La Domesticación

Philip Roth
Philip Roth

Philip Roth murió el 22 de mayo del 2018 por una afección cardiaca. Tenía 85 años y había anunciado su retiro de la literatura el 2010.

Escribió una treintena de novelas, además de varios cuentos y ensayos. Fue uno de los escritores más importantes del siglo XX, que además de presentarnos personajes fascinantes, como ese alterego suyo, Nathan Zuckerman, también nos obligó a replantear la relación que hay entre realidad y ficción.

Sus obras son intrincadas piezas de relojería que lejos de dejarse llevar por relatar una trama o describir los arcos dramáticos de sus personajes, suelen rozar la diatriba, la confesión o ambas, cuestionándonos ya sea trágicamente o cómicamente, sobre qué es eso que nos hace humanos.

En el 2016, Akiva Gottlieb de Los Angeles Times escribió: las películas no pueden hacerle frente a su poderosa narrativa, menos a su candor, y hasta connotados cineastas han claudicado en su intento por adaptarlo.

La verdad es que solo hay un puñado de películas basadas en sus obras. Supongo que en los años por venir habrá más. Igual que series de televisión. Aquí va, como homenaje, un rápido recordatorio de qué novelas o relatos se le han adaptado.

En 1960, Joel Rapp adaptó el cuento que Roth publicó en la revista Esquire: Expect the Vandals. La película se llamó Battle of Blood Island y relata la historia de dos soldados norteamericanos, únicos sobrevivientes de un fallido ataque, que deben resolver sus diferencias para sobrevivir al asedio del ejercito japonés que los acompaña en una isla.

Luego, en 1969, vendría Goodbye, Columbus de Larry Peerce con guion de Arnold Schulman, que adaptaba amablemente la primera novela de Roth. Mi pregunta sobre esta película es ¿No se urgió su adaptación buscando algo que secundara el éxito de El Graduado? Porque parece más un remake de aquella que una adaptación del debut literario de Roth.

En 1972, Ernest Lehman escribe y dirige la que será su única película como director: Portnoy’s Complaint, que, intentando matizar la crudeza del texto, además de su sucia sátira, acaba siendo un desastre. Y para colmo, ese mismo año Woody Allen entrega Everything You Always Wanted to Know About Sex – But Were Afraid to Ask.

Y digo eso de para colmo, pues el espíritu de Roth está más presente en la cinta de Allen que en la de Lehman. Digo, ese mismo año Roth publicaría una novela corta llamada The Breast. Un homenaje a Kafka, según dijo. Pero, caray ¿Recuerdan uno de los capítulos de la película de Allen?

Es hasta el 2003 que Roth regresa al cine vía The Human Stain de Robert Benton con guion de Nicholas Meyer. Buena cinta para ver en este clima de corrección política que vivimos.

En el 2008 Isabel Coixet toma el guion de Nicholas Meyer y presenta su versión de The Dying Animal con la película Elegy, única hasta hoy que presenta ese otro alterego de Roth: David Kepesh. Aquí interpretado por Ben Kingsley.

En el 2014 Barry Levinson dirige The Humbling, con un guion de Buck Henry y Michal Zebede. Según eso fue idea de su protagonista, Al Pacino, el hacer la adaptación que, caray, sufre precisamente por su presencia.

Y, bueno, para el 2016 se estrenaron, primero, Indignation dirigida y adaptada por el experimentado productor James Schamus, de todo el paquete, la más recomendable, y, segundo, American Pastoral con un guion de John Romano y dirigida por Ewan McGregor.

Una película que quizá nunca debió producirse y de la que quizá escriba luego.

Finalmente, Irena Pavlásková escribe y dirige una versión de The Prague Orgy que se estrenó en el 2019 y, en el 2021, tenemos la adaptación de Deception, que dirigió y co-escribió Arnaud Desplechin.

En esta película que, por cierto, no he visto, el actor Denis Podalydès interpreta a un novelista norteamericano llamado Philip y es la razón por la que escribo este texto.

Ah, y un año antes, en el 2020, David Simon y Ed Burns presentaron la serie de seis episodios The Plot Against America. Basada, claro, en su novela sobre qué hubiera pasado si, en 1940, el ganador de la elección presidencial de Estados Unidos hubiera sido Charles Lindbergh. Un hombre que simpatizaba con Adolf Hitler.

Las películas domestican a Roth, lo doman.

Eso lo dijo Ross Posnock, un profesor experto en el autor. Y eso es cierto, ese ha sido el gran error que se comete cada que adaptan alguna de sus obras: la domesticación.

Atentamente, el Duende Callejero

Tomando las Riendas

Matilda Lutz en un fotograma de la cinta Revenge de Caroline Fargeat
Matilda Lutz en un fotograma de la cinta Revenge de Caroline Fargeat

Ah, las exploitation movies, ese ¿subgénero? tan popular en el cine independiente y de bajo presupuesto de finales de los sesenta y principios de los setenta.

Películas virulentas que a veces, muchas, muchas veces, se regodearon en poner como centro dramático las penurias de una o varias mujeres que eran víctimas de actos inimaginables perpetrados regularmente por hombres enloquecidos que las veían como meros objetos.

En muchas de esas películas, el famoso tercer acto se resume en la venganza de la víctima.

Y dicha venganza, caray, debía superar cualquier salvajada vista con anterioridad.

Esa era la regla.

Carreras como la de Wes Craven iniciaron con una película de exploitation: The Last House on the Left (1972) es una caótica e influyente película que inclusive se toma el tiempo para hacer un sincero homenaje a Ingmar Bergman y cierto manantial de cierta doncella. Vamos, que hasta Quentin Tarantino, con Death Proof (2007), parte de la dupla que fue el experimento Grindhouse, jugó con la idea de hacer una película de explotación que incluyera, claro, ese feminismo descarnado que tanto las caracteriza.

Y con su primer largometraje como directora, la también guionista Coraline Fargeat (1976, París) dice que se dejó llevar por la idea de hacer una película de explotación debido a que su gusto por el cine inició con ellas. Y, en una entrevista con Fabien Lemercier de Cineuropa, asegura que su cinta es el relato de un renacimiento puro y duro por parte de un personaje femenino que al principio parece débil porque personifica unos estereotipos con una apariencia provocativa y sexy, que es víctima de la opinión que se tiene de ella, y se transforma por completo para tomar las riendas y no ser encasillada.

Sí, eso es Revenge (2017, Francia), una quizá violenta, pero a la vez cautivante película que toma como punto de partida el viaje que hace un millonario francés llamado Richard (Kevin Janssens) con su amante Jen (Matilda Lutz) a una lujosa casa en medio del desierto.

La idea de Richard era pasar una semana a solas con Jen antes de que llegaran sus dos socios, Stanley (Vicent Colombe) y Dimitri (Guillaume Bouchède), que cada año se reúnen para una semana de cacería. El problema es que, los socios llegan antes y tras una noche de copas y baile, Stanley decide violar a Jen por la mañana aprovechando que Richard está lejos.

Cuando Richard regresa, en lugar de defender a Jen decide ofrecerle dinero para que olvide el incidente. Asustada por la negativa de Richard de sacarla de ahí y lo amenazante que ahora resulta el estar a solas con esos tres hombres, Jen huye al desierto. Los tres la persiguen. Acaban cercándola en un barranco y ahí es donde Richard toma la iniciativa de lanzarla al abismo. Luego les dice a sus socios que lo mejor es olvidarse de ella y comenzar la caza el día siguiente como si nada hubiera pasado.

Solo que ellos no saben que Jen no murió. Un árbol frenó su caída y, aunque una rama se le encajó en el cuerpo, sigue viva y está encabronada. Así que, lo sabemos: la víctima se convierte en el verdugo, y es en este punto donde Fargeat decide emplear una estilizada ultraviolencia que para nada interrumpe todo posible cuestionamiento sobre la objetivación de la mujer con respecto a los hombres.

Y cierto, Revenge no viene a revolucionar nada, pero vaya que resulta una interesante alternativa para repasar un tropo tan conocido y, acá entre nos, tan entretenido.

Al menos para el que escribe esto.

Atentamente, el Duende Callejero

El verdadero enemigo

Amanda Seyfried en un fotograma de Anon de Andrew Niccol
Amanda Seyfried en un fotograma de Anon de Andrew Niccol

Tal parece que al director, productor y guionista neozelandés Andrew Niccol (1964, Paraparaumu) lo seguiremos recordando por su primera cinta, Gattaca (1997, Estados Unidos).

Han pasado ya veintiún años desde su estreno, y cada que Niccol presenta una película, sin que importe si fue el productor, el director o escribió el guion; el lugar común al que siempre se regresa es que estamos ante el realizador de Gattaca.

Lo curioso es que esa cinta no fue un éxito en taquilla.

Su fama creció con los años, gracias en parte por esa realidad en la que vivimos que cada tanto parece demandarnos una reflexión sobre el uso y/o abuso que le estamos dado a la tecnología en nuestra vida diaria, además de nuestra al parecer eterna inconformidad por quiénes y cómo somos.

Eso vaya que ha alentado historias e histerias por igual.

Quizá por ello, Niccol parece decidido a mejor dejarse llevar por la trama y el género, y no por la propuesta distópica ahora que presenta con su nueva película, Anon (2018, Alemania), cuyos derechos de distribución fueron comprados por Netflix.

En un futuro philip dickiano, o sea: un futuro bastante posible, más no deseable, que quizá ocurra dentro de unos diez años o menos; en una ciudad que se parece mucho Nueva York, un ajado policía llamado Sal (Clive Owen) tendrá que resolver una serie de asesinatos que aún no han sido esclarecidos en una sociedad en la que los crímenes casi se han erradicado por completo ¿La razón por la que ha pasado esa maravilla? Todas las personas portan unos dispositivos que dan cuenta de las acciones que hacen en cada momento. Así que si cometen un crimen mayor o alguna mera falta administrativa, al ser cuestionados por las autoridades les resultará imposible mentir: el dispositivo presentará qué fue lo que pasó realmente. Pero tanta “perfección” se va al trasto cuando una joven (Amanda Seyfried) aparece.

Ella no porta uno de esos dispositivos y tampoco está en el sistema, por lo que no se sabe cuál es su identidad. Lo único que queda claro es qué hay algo en esos asesinatos que investiga Sal que le interesa a la joven. Pero ¿qué se esconde tras ese interés: la intención de resolver los asesinatos o que no se sepa qué papel jugó en ellos?

Estamos ante un cumplidor sci-fi noir que capotea sus problemas técnicos (se nota su apretado presupuesto), tanto con el destacable trabajo actoral por parte la fría hacker interpretada por Seyfried, como con su correcto diseño de producción a cargo de Philip Ivey.

Sí, Niccol cuestiona con Anon si el derecho individual a la intimidad acabará sometido por ese bien mayor que representa una sociedad libre de violencia y crimen.

Hasta uno de los personajes lo dice: El ser anónimo es el enemigo.

Y aunque ya vimos algo similar con Minority Report (2002) de Steven Spielberg, basada por cierto en un relato de Philip K Dick; lo cierto es que Anon resulta una micro-gran cinta cuya principal valía consiste en dejar claro que Niccol sigue siendo ese aguerrido cineasta que no se cansa en decir que aunque el futuro parezca un lugar vedado para la esperanza, mantenerse firme a los principios y no ceder a las presiones es lo único que siempre nos quedará. Es cuestión de cada uno de nosotros el enterarnos de eso y actuar en consecuencia.

Atentamente, el Duende Callejero

¿Más Odio que Corazón?

Tim Blake Nelson como Buster Scruggs en The Ballad of Buster Scruggs de Joel y Ethan Cohen
Tim Blake Nelson como Buster Scruggs en The Ballad of Buster Scruggs de Joel y Ethan Cohen

Resulta interesante sumergirse en la primer película de Joel y Ethan Coen que se estrena para una plataforma digital: The Ballad of Buster Scruggs (2018, Estados Unidos). Principalmente por la forma en la que se nos presenta. Verán, son seis episodios de duración y registro variado. Inevitablemente nos hacen recordar, tanto por su estética como por sus historias/temas/personajes, a las revistas pulp de principios del siglo XX. Esas que, precisamente, ayudaron a que el oeste norteamericano se volviera legendario.

Lo que comunica, digamos, a esas seis historias es la misantropía que destilan la mayoría de los personajes. Y, claro, su escenario: el oeste norteamericano. Tan amplio, hermoso y peligroso.

Cierto, los hermanos Coen ya han visitado esa región anteriormente. Y lo han hecho tanto revisitando su periodo clásico mediante el remake de True Grit que se estrenó el 2010, como actualizando sus temas y discursos a tiempos presentes: No Country for Old Men del 2007 y su debut Blood Simple de 1984.

La novedad con … Buster Scruggs es que estamos ante su primera obra antológica, por lo que el experimentar resulta casi una obligación.

Así es que nos enfrentamos ante una revisión de temas clásicos del oeste, como el hombre contra la naturaleza o la civilización contra la barbarie. Pero vistos desde un prisma diferente. Uno claramente iconoclasta.

He aquí, pues, una película que nos muestra, como ya dijo David Edelstein en su texto para Vulture, que con … Buster Scruggs los Coen son artistas que han llegado a su madurez. Así que, experimentar con temas, géneros y con lo que se pueda será la norma ahora.

¿Y de qué va The Ballad of Buster Scruggs? La película abre con la historia que da título a la antología. En ella conocemos a Buster Scruggs (Tim Blake Nelson), un vaquero diestro para la pistola, la guitarra, las canciones y con un arsenal de historias y experiencias que con gusto nos compartirá (el personaje rompe la cuarta pared cuando quiere). Incluyendo ese gran enigma que lo corroe ¿Y qué viene después de que uno muere? ¿Qué pasa con lo que uno hizo en vida después de eso?

De ahí pasamos al episodio más corto de la antología, protagonizado por James Franco que da vida a un anónimo y malogrado asaltante de bancos que vive en carne vida qué significa tener mala suerte.

Y así podemos seguir resumiendo la temática de cada capítulo restante, pero creo que lo mejor es que se exploren teniendo en cuenta que la base sobre la que se erigen estos relatos es sobre la que han tenido todas las cintas (y guiones) realizados por los Coen: el mundo, ese lugar tan lleno de posibilidades, es un lugar duro.

Uno que nos destruirá si nos descuidamos.

Uno que igual nos mostrará un bello atardecer o amanecer, que la más dañina y mortal tormenta.

Y por más que queramos racionalizarlo, o de perdida comprenderlo, la verdad es que nada importa.

Porque, como dice uno de los personajes de los capítulos que compone esta balada: Sabes la historia, pero las personas no se conforman con escucharla una vez. Son como niños. Y lo hacen porque siempre hacen que esas historias tenga algo que ver con sus propias historias, su vida. Supongo que porque a todos nos gusta escuchar historias que tengan que ver con nuestra vida, aunque sepamos bien que nada de eso lo hemos vivido. Eso último, que no lo hemos vivido; eso lo que importa.

Atentamente, el Duende Callejero

Lo que está hecho, hecho está

Kathryn Hunter como Hécate en The Tragedy of Macbeth de Joel Coen

En su segundo largometraje que tiene su estreno mundial en una plataforma digital luego de The Ballad of Buster Scruggs del 2018, estrenada en Netflix, y primero que realiza sin su hermano Ethan, Joel Coen decide sumarse a la lista de cineastas que producen una adaptación de la obra escocesa de William Shakespeare. Así que, desde hace unos días en Apple TV podemos ver The Tragedy of Macbeth (2021, Estados Unidos), una abreviada y pesadillesca versión en la que Coen nos ofrece una de las adaptaciones más cinematográficas de la obra.

La trama, que va sobre la ambición desmedida y sus fatídicas consecuencias, se mantiene intacta. Cierto, algunos diálogos han cambiado, escenas o han sido omitidas o han sido reinterpretadas. Incluso algunos personajes han ganado peso mientras que otros han sido disminuídos. Pero, a pesar de esos detalles que para nada son menores, me atrevería a decir que estamos ante una de las versiones más fieles de la obra.

Una versión que incluso aprovecha su artificiosa puesta en escena para sumergirnos justo en el dilema moral en el que viven sus personajes: el reino de Irlanda es una ruina ¿Y por ella vale la pena matar o morir? Dilema que, como bien se señala en un momento clave de la obra: Las cosas que comienzan con el mal, solo se afianzan con el mal.

Macbeth, que en esta ocasión no es un ambicioso hombre de mediana edad, sino un cáustico noble ya entrado en años que ha dado su vida para preservar la paz, y que es interpretado por Denzel Washington, regresa a su castillo luego de lograr otra victoria para el Rey Duncan (Brendan Gleeson). Va acompañado del fiel Banquo (Bertie Carvel) cuando se encuentra a una o mejor dicho unas mujeres. Ella o ellas son Hécate, aquí interpretada soberbiamente por Kathryn Hunter. Ella o ellas le comunican a los viajeros algunas profecías. La primera es que se refieren a Macbeth con un título que aún no posee y luego le vaticinan que será rey. Mientras que a Baquo lo llaman el padre de un rey.

Basta ese encuentro y esas palabras para plantar en la cabeza de Macbeth la ambición.

Tantas batallas ganadas, tantas cicatrices en su cuerpo y tantos años dedicados a la causa deberían ser compensados, piensa él. Y qué mejor forma de hacerlo que con la corona del reino de Irlanda. Y cuando ese primer título augurado por Hécate le llega a causa de que el que lo portaba es acusado de traición, Macbeth se toma en serio la profecía de que él será el futuro rey.

Solo que cuando Duncan hace público que el heredero al trono será su blando hijo Malcolm (Harry Melling) y no él, entiende que para lograrlo deberá actuar así sea acabe derrumbando todos esos valores y códigos que tanto ha defendido todos estos años.

Y quién lo apoya, aconseja e incluso lo alienta para lograr tal causa es su esposa, interpretada por Frances McDormand.

Así, mientras las traiciones, las escenas clave y los conocidos diálogos van haciendo su acto de presencia, poco a poco esas oníricas y pastosas imágenes capturadas por la cámara de Bruno Delbonnel nos van recordando que cuando nos dejamos llevar por la ambición del poder, solo estamos ante: … un cuento contado por un idiota… Lleno de ruido y de furia, que no significa nada.

Denzel Washington como Macbeth en The Tragedy of Macbeth de Joel Coen

Atentamente, el Duende Callejero