Mujer al Borde de un Ataque de Nervios

Tilda Swinton, en una escena de The Human Voice de Pedro Almodóvar

A ver, comencemos con lo obvio.

Pedro Almodóvar (1949, Calzada de Calatrava) ya se había batido en duelo con el monólogo de Jean CocteauLa Voix Humaine. Primero, lo usó como referencia de un personaje en la película La Ley del Deseo de 1987 y, segundo, es la base de la película que lo convirtió en un referente internacionalMujeres al Borde de un Ataque de Nervios de 1988. Solo que en esa segunda ocasión le bastó tomar prestada la premisa de la pieza teatral, que va de una actriz que tiene una crisis emocional luego de que se entera, mediante una serie de llamadas telefónicas, que el que fuera su amante de varios años ha decidido seguir su vida sin ella y sin que medie alguna explicación; así que acompañamos a la mujer mientras habla por teléfono con el hombre en el departamento que compartieron.

En Mujeres al Borde de un Ataque de NerviosAlmodóvar intercala la historia de la actriz con otros personajes, cada uno con sus respectivas crisisprovocadas por relaciones también fallidas o de plano peligrosas (por ahí hay una que tiene de amante a un hombre que en ese momento es buscado por terrorismo). Y claro, todas ellas acaban colisionando en un espectáculo colorido y bastante agridulce.

Carmen Maura en una escena de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios (1988, España) de Pedro Almodóvar

La marca de la casa Almodóvar.

Lo cierto es La Voix Humaine es un texto que el manchego simplemente no puede dejar atrás. Como muestra, la versión del 2020 que presentó en el Festival de Venecia y que desde el viernes pasado está disponible en la plataforma MUBIThe Human Voice (2020, España), su primera película en inglés, protagonizada por Tilda Swinton.

En esta versión, de compactos 30 minutos, Almodóvar los copa con referencias a obras que admira (ahí están los DVDs y Blu-rays que la anónima protagonista organiza, junto con el título de los libros que aparecen aquí y allá en el departamento), junto con esas autorreferencias a su obra, que van desde el título de una de sus películas lanzado en una línea (obviamente La Ley del Deseo) hasta el mismo departamento, tan similar al de la película de 1988.

La historia sigue siendo la de una actriz ya entrada en años que espera a su amante en el departamento que compartieron junto a su perro y sus maletas. Esa actriz es Tilda Swinton. Sin embargo, el juego al que nos invita Almodóvar a jugar es lo que genera interés. Porque desde sus primeras momentos nos deja claro que estamos ante una puesta en escena: el departamento es un set, la actriz es una actriz que interpreta a una actriz, todo en el lugar es falso.

Y no debe extrañarnos ese acartonamiento, puesto que Almodóvar produjo esta película justo en medio de la pandemia y por ello, parte de esta nueva versión incorpora esa sensación de aislamiento, desconciertoy desespero que seguramente más de uno sintió durante aquellos primeros meses de encierro. Esos momentos en los que el único contacto humano era o una voz salida de algunos audífonos o del teléfono. Así que, mientras Swinton se pasea tanto dentro como fuera de ese set hablando con alguien que solo ella conoce mediante un set de audífonos inalámbricos, listando todo lo que está a punto de perderse, sobre lo mucho que duele y enoja esa distancia y ese destino; uno simplemente no puede dejar de preguntarse si está hablando verdaderamente de una relación amorosa o de todo aquello que comenzamos a perder desde finales del 2019.

Y que desde entonces, como ella, simplemente estamos aprendiendo a dejar atrás.

Atentamente, el Duende Callejero

Artificios y cosas peores

Penélope Cruz y Milena Smit en una escena de Madres Paralelas de Pedro Almodóvar
Penélope Cruz y Milena Smit en una escena de Madres Paralelas de Pedro Almodóvar

Con Madres Paralelas (2021, España), Pedro Almodóvar (1949, Calzada de Calatrava) entrega una película en la que vuelve a explorar a la maternidad junto con otros elementos que nos resultarán conocidos: la vida alrededor de la escena teatral y los sacrificios que demanda dicha vida, el peso del azar en el destino de los protagonistas, la tenacidad que muestran los personajes femeninos que, aún con lágrimas secándose en sus mejillas, no se amilanan ante ningún embate de la vida y, bueno, también está la irrelevancia que tienen los hombres en la vida de las mujeres.

Y el hecho de que en la mayoría de las ocasiones, según Almodóvar, los hombres somos solo unas piedras en los zapatos de las mujeres.

Si hay algo novedoso en esta ocasión es que estamos ante la película en la que Almodóvar plantea, al menos de pasada, un juicio sobre la Guerra Civil española.

Dicho juicio incluye algunas menciones sobre el daño que hizo/hace el falangismo en la sociedad española, y sobre los sinsabores que ha dejado la política relacionada con la Memoria Histórica en ese largo y sinuoso camino en pos de aceptar el pasado y velar por el futuro.

Janis (Penelope Cruz) y Ana (Milena Smit) son dos mujeres que se conocen debido a que ambas están embarazadas y comparten una habitación en el hospital. Las dos tendrán niñas y al parecer nacerán el mismo día. Janis, que trabaja como fotógrafa, quedó embarazada debido a una aventura que tuvo con un investigador forense (Israel Elejalde) que conoció en una sesión de fotografía y al que consultó por el asunto de una fosa que se supone que está cerca del pueblo en el que nació.

En esa fosa estarían su bisabuelo y otros hombres, víctimas del falangismo, y cuyos familiares llevan años intentando recuperar los restos para enterrarlos dónde y cómo se debe.

Por su parte, Ana viene de un matrimonio fracturado. El padre se quedó en Granada y la madre, Teresa (Aitana Sánchez-Gijón), abandonó a ambos para perseguir su sueño de convertirse en actriz. Ella fue la que tramitó el divorcio y poco le importó las etiquetas que le colgaron en su momento. Ana quedó embarazada debido a una violación colectiva y su padre, para evitar el escándalo, decidió mandarla a vivir con su huidiza madre que reside en Madrid. Así que ahí está Ana, viviendo o mejor dicho conviviendocon Teresa, una mujer que jamás se ha ocupado de su hija y que por fin a sus cuarenta y tantos años está despuntando en la escena teatral. Que se define como apolítica pues dice que su trabajo consiste en quedar bien con todos.

Almodóvar bien podría haberse conformado con el melodrama de esas tres madres cuyas historias han sido marcadas por el destino: Janis, una hija que creció sin sus padres y con un legado histórico a cuestas. Ana, otra hija que creció sin su madre pero que no guarda rencores, solo acumula decepciones. Y Teresa, una madre que por decisión propia creció sin su hija y que ha decidido no estar a la altura de las circunstancias porque primero está su carrera y después el resto del mundo. Sin embargo, decidió salpimentar la película con una serie de giros que incluyen referencias a escándalos de la vida pública española, como La Manada o el advenimiento de los grupos de extrema derecha que están despuntando en la política española. Giros que, por cierto, funcionan solo como McGuffins.

Es más, ni secunda su idea de que aquel que se defina como apolítico es de derechas, y toda referencia a la fosa y a la Guerra Civil acaba sirviendo solo para hacer una crítica, y bastante sosa, sobre el desapego que tiene la juventud española con respecto a su pasado mediato.

En sí, caray, Madres Paralelas resulta una cinta cuya única valía reside en ver cómo Penelope Cruz carga sobre sus hombros una trama tan artificiosa y vacua, y también en ver qué revelación resulta Milena Smit. Aunque eso ya se veía desde No Matarás.

Atentamente, el Duende Callejero