Tercer strike

Nota: ayer se dio la noticia que Ray Stevenson había muerto. Estaba en Italia filmando una película y lo único que se ha dicho es que ingresó en un hospital y ahí murió. Hace años, a finales del 2008, escribí este texto sobre The Punisher. Cuando leí la noticia, lo busqué y solo quité unas ligas a páginas que ya no están activas. Así que lo vuelvo a publicar como un tributo para el que en mi opinión sigue siendo el mejor Punisher cinematográfico. Descansa en paz Ray Stevenson.


Ray Stevenson como The Punisher
Ray Stevenson como The Punisher

Cuesta aceptarlo, pero el matrimonio entre The Punisher y el cine jamás será exitoso.

Lo digo pues van tres películas. Esto quiere decir que van tres intentos, y aunque cada uno de esos intentos tiene sus momentos, resulta difícil el querer congratularnos porque hay una gran película sobre este personaje.

Recordemos: la primer intervención, fechada en 1989, dirigida por Mark Goldblatt y escrita por Boaz Yakin, y con Dolph Lundgren como The Punisher, a pesar de ser visualmente la más lejana de las adaptaciones realizadas (Lundgren se tiño su rubia cabellera, sí, y se pintó, literalmente, una barbita en sus mejillas y barbilla, pero a los productores de esta película les pareció innecesario que portara la calavera blanca en el pecho, aunque sí que lo hace en las dagas que va dejando aquí y allá), y de cambiar diametralmente el origen del personaje (resulta que era un policía, no un veterano de guerra, al que le matan la familia por uno de sus casos, no por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Y al que todo mundo, menos un ex-compañero, por supuesto, lo da por muerto tras el atentado). Esta es, en mi opinión, la más cercana a presentar al vigilante-leyenda urbana alguna vez llamado Frank Castle. Ese personaje que bosquejaron Steven Grant, Mike Zeck, Mike Baron y Klaus Janson, responsables del inicio de su saga en cómics a mediados de los ochenta.

Sin embargo, su cercanía al cine más camp hizo que The Punisher versión 1989, se le tomara como una película mediocre, destinada al cajón y al olvido a pesar de sus logros: presentarnos al Punisher como esa solitaria máquina asesina, incapaz ya de separar la venganza de la locura, consumido por su ambición, pero firme en sus propias reglas (a destacar esa escena final, que me niego a decir que fue homenajeada por Tarantino en su Kill Bill Vol. 1, sino que fue robada, en la que un herido Punisher le explica al hijo del gangster que acaba de matar lo que hizo, sus razones y su decisión: perdonarle la vida al chamaco, advirtiéndole que si al crecer siente la necesidad de vengar a su padre, lo vaya a buscar. Él lo entenderá).

Sobra decirlo: el pobre resultado de esa primera incursión debió bastar para dilapidar la carrera cinematográfica de The Punisher. Sin embargo, en el 2004 se estrena la segunda versión que también se tituló The Punisher. Película que pretende ser la reivindicación del personaje, aprovechándose de esa nueva vida que le había inyectado la serie: Welcome Back, Frank, en el cómic. Serie escrita por Garth Ennis y dibujada por Steven Dillon, que inició en el 2001.

The Punisher versión del 2004 tuvo como director y guionista a Jonathan Hensleigh (el guión también lo firmó Michael France), y a Thomas Jane como Frank Castle.

Y es en ese punto donde está todo el problema de la película: no es en sí una película sobre The Punisher, es una película sobre Frank Castle que al final de la cinta se convertirá en The Punisher.

Ahora bien, para variar, tanto France como Hensleigh volvieron a cambiar el origen del personaje. Ahora es un agente del FBI que decide retirarse después de participar en una detención que salió mal, por lo que una familia de prestanombres muy poderosa, los Saint, deciden cobrarle factura por la pérdida de su hijo, matando a todo el clan Castle y dejándolo por muerto en las ruinas de una casa de playa.

Y aunque el guión toma elementos de la ya referida serie Welcome Back, Frank, a la película simplemente le pesa hasta el cambio de escenario: de Nueva York a Miami.

Eso sí: Jane presenta a un Punisher en plena conversión. Por ello no es ese toro asesino de pelo engominado y cuerpo agrietado, cuya presencia haría temblar a cualquiera.

Él simplemente es un taciturno fulano deseoso de venganza, cuyas pericias asesinas apenas están en proceso y cuyo dolor lo hace flaquear en más de una ocasión.

Y aquí entra lo peor de la película: Hensleigh siente la imperiosa necesidad de volver lógico al personaje… Y…

¡Hasta la calavera blanca tiene su historia, carajo!

En el 2004, The Punisher no fue un vigilante portador de una leyenda maldita. Tampoco es una máquina asesina

The Punisher es simplemente un ex-policía siempre al borde del suicidio, que apaga sus penas con litros de alcohol, que resiste estoicamente las insinuaciones de su potable vecina y que va improvisando un plan de venganza que al final le sale muy bien. Aunque se parece mucho al de Yojimbo o al que emplea el anónimo personaje de Red Harvest. O el también anónimo personaje interpretado por Clint Eastwood en Per un pugno di dollari… Y…

Bueno, creo que se entiende.

De esa versión del 2004 lo que más llama la atención es el final: Jane, en decimonónica voice over, nos informa que Castle ha muerto y que The Punisher ha nacido.

Bravo.

El modesto éxito de la película hace que se abriguen esperanzas: bueno, no estuvo tan mal, puede decir uno.

Pero tampoco estuvo tan bien…

Sin embargo, con ese final, la pregunta sí cabe ¿Qué nos depara el futuro?

En su momento, Jane informó dos cosas que levantaron expectativas: estaba el proyecto una secuela gracias a la exitosa corrida casera de la película en dos versiones: la original y una con cerca de 20 minutos agregados que, contrario a otras versiones especiales, sus adiciones sí contribuyeron a la trama, pero que la hace más lerda. Y que Hensleigh no estaría al mando, a pesar de sus declaraciones.

Pero los años fueron pasando. Jane se volvió algo así como el vocero informal de la producción: informó que Jigsaw sería el antagonista, que los adelantos del guión proponían a un Punisher más oscuro y sangriento, que se rodaría en Louisiana, que se estrenaría en el 2007, que ya le habían entregado un guion y que apestaba, pero que estaba en corrección, que aún no había un director, que ya le habían entregado un segundo guion y que también apestaba, pero que no era el definitivo.

Finalmente, en mayo del 2007, Jane hace público que se sale del proyecto por no compaginar con las decisiones de los productores Avi Arad y Gale Anne Hurd.

La explicación completa está en Ain’t Cool News.

La salida de Jane coincide con la nota que anuncia, de parte de Arad, que a pesar de todo The Punisher 2 se estrenará en el 2008. El guion ya esta listo, el director también: John Dahl. Ahora lo único que falta es un nuevo actor.

También se hace de conocimiento público que, por la salida de Jane, el nuevo Punisher será más un reboot que una secuela.

Inmediatamente se desató el caos: Dahl también abandona el proyecto secundando a Jane… El guion, dicen, no tiene ni pies ni cabeza.

Entonces, Ray Stevenson se anuncia como el nuevo Punisher.

Y en la dirección estará la coreografa y cinta negra en karate, ademas de actriz y nominada al Oscar en la categoría de cortometraje: Lexi Alexander.

En el guión… Uff… La lista es larga e incluye a Alexander, a Matt Holloway, Arthur Marcum, Nick Santora, Avid Arad… Entre otros.

Y la primer foto oficial del proyecto que muestra a Stevenson como The Punisher deja un mal sabor de boca: parece Steven Segal corriendo en un portaaviones secuestrado por Tomy Lee Jones.

Y sin calavera blanca.

Pronto, Alexander dice que quiere a un Punisher sin calavera. Luego se desdice. Se pone en línea una página, por parte de la infame Lionsgate, que anuncia que el estreno de la película será el 5 de diciembre. Luego vienen los problemas con Lionsgate, los rumores sobre la decisión de bajarle la clasificación a PG-13 tras el éxito de una de los Batman de Nolan

Al final, The Punisher War Zone, la nueva andadura de The Punisher en la pantalla grande, se estrena con una nula campaña de promoción por parte de Lionsgate, y con una marejada de malos comentarios y con la duda sobre las peleas entre la compañía productora, los productores y la directora fueran o no verdaderas.

¿El resultado?

Tercer strike.

Lo siento.

Porque The Punisher War Zone es un doloroso fracaso en casi todos los sentidos.

La historia trata de un Punisher amargado y confundido que recorre las calles y las noches de una Nueva York al borde del caos: ya se vengó, pero sigue matando a criminales por pura inercia. Eso le provoca un conflicto y, cuidado, le remuerde la conciencia al grado de que colgará las armas y llorará frente a la tumba de su familia, además de pedir perdón a ciertos daños colaterales, para después, obvio, darse cuenta que lo suyo no es gripe, así que marcialmente se vuelve a colgar el arsenal completo y se lanza sobre los criminales a los que les faltaba una bala en el cuerpo solo para darse cuenta, que son muchos. Y además, hay errores que se pagan caro: por ejemplo, el no fijarse a quién se le está apuntando con un arma.

Y eso es todo.

The Punisher versión 2008 es violenta, sí. Escurre un humor involuntario, sí. Pero ¿Un Punisher con conflictos existenciales?

Por favor.

Lástima de inicio, porque prometía: tenemos a un Punisher que por fin es un toro de fría mirada y que lleva años en su cruzada contra el crimen a causa del deceso de su familia, cuando irrumpe un festejo de un vejete gangster y mata a todos, menos al cruel Billy Russoti, que se escapa y se refugia en una fábrica de reciclado.

Y hasta allá va el Punisher, destazando y decapitando y masacrando al que se le ponga enfrente y no lo deje pasar.

El duelo entre The Punisher y Russoti evoca involuntariamente (¿o no?) al de Batman y Jack Napier en la película de Tim Burton.

Tanto así que el fin de ambos es el mismo: el malo cae en un chunche, se deforma, regresa más loco y sádico y peligroso que antes acompañado por su patiño cuyo destino ya está marcado desde el inicio: recibirá un disparo por parte de su jefe.

En The Punisher War Zone, con todo y sus lagunas, podemos destacar que Alexander deja ver que al menos para visualizar el mundo en el que vive The Punisher, se sentó a leer unos tomos del Punisher Max de Garth Ennis y Darick Robertson.

También que Stevenson logra darle, a pesar de los contrabandos gratuitos circundantes que lo empatan casi con los dilemas del Max Payne que interpretó Marky Mark, una profundidad humana a su casi inhumana máquina para matar, alejándolo, a pesar de dos o tres escenas mocosas, de la chillona presencia de Jane y de la parca careta de Lundgren.

¿Es Stevenson mejor Punisher cinematográfico? Podría decirse que sí, a pesar de que su película hace agua por todos lados. Aunque eso fue más por obra y desgracia de los productores que de Alexander y compañía.

También la participación de Wayne Knight como Microchip, el Q de The Punisher y quizá su único amigo.

Pero, sí, a la hoguera esa ya inútil tendencia a la Dark Knight de volver pomposas (e insufribles) las películas basadas en un cómic.

Ambas películas, el segundo Batman de Nolan y este Punisher, cojean del mismo pie: crean unos villanos a todas luces más ridículos pero atractivos (aunque en el caso del Jigsaw, anteriormente conocido como Billy Russoti que interpreta Dominic West, su actuación más que encantar, aburre y da pena, por forzada), que pretenden mandar a la lona al personaje principal, comiéndose el mandado y, por ende, desarticulando toda la premisa.

En The Dark Knight eso fue precisamente lo que se aplaudió ¿no? Pues eso en The Punisher War Zone, eso es lo que la dilapidó.

Así, la nueva encarnación de The Punisher en la pantalla grande solo viene a ratificar que, zapatero a tus zapatos: personajes como The Punisher pertenecen a las páginas de los cómics, no al celuloide.

Por ello es mejor decir: descansa en paz, The Punisher, descansa en paz.

Eso sí, solo espero que la aparente buena racha en la taquilla (no, no es propiamente un fracaso: costó como 22 millones de dólares y sin la campaña de promoción correspondiente, gracias a que Lionsgate la mandó a morir en taquilla, pero que ha logrado, y solo en dos semanas, recuperar siete millones y medio.

A ver qué pasará cuando se estrene en otros países y cuando llegue a DVD. Supongo que con una versión unrated. Eso augura una historia similar al anterior Punisher.

Y a ver si no desencadena una noticia marca: habrá secuela de la secuela que no es secuela.

Recordemos: en el 2009 todo puede pasar.

Atentamente, el Duende Callejero

Sangre, Semen, Cruces, Hojas: La Raíz Del Mal

Arte del número 0 de Crossed
Arte del número 0 de Crossed

Nota inicial: este escrito es del 2011. Lo rescato debido a que ayer por la noche vi la película Ku bei (2021, Taiwan) y me recordó mucho a este cómic. Ya escribiré sobre la película.

De un tiempo a la fecha (recuerdo, el escrito es del 2011), los cómics americanos para el mercado adulto que tanta coba le habían dado a explorar rutilantemente las fábulas procedentes del white thrash, junto a las truculentas reinvocaciones vampíricas, más las bizarras invasiones extraterrestres y una que otra parábola neo noir, han enrarecido aun más sus temáticas maquilando series que se desarrollan en un fin del mundo a manos de una plaga zombi o similares; secundando, curiosamente, ese lento pero seguro decaimiento de la temática en las marquesinas y los estantes de renta/venta mundiales.

Indudablemente esto no tiene que ver con el éxito de la serie The Walking Dead de Robert Kirkman y Tony Moore (y bueno, también de Charlie Adlard), que ha sido publicada ininterrumpidamente desde octubre del 2003 por IMAGE Comics, y cuya adaptación televisiva realizada por Frank Darabont hizo que al parecer muchos olvidarán de qué tratan los relatos zombis de 1968 a la fecha (mas divertidos que la misma serie, de la que apenas he visto tres episodios y medio por motivo de mi mala costumbre de jamás poder seguir los estrictos horarios televisivos, pero que espero ya revisaré, y de un tirón, en su respectivo DVD; resulta el leer esa horda de comentarios en las redes sociales tras cada emisión del capítulo en turno, en los que varios espectadores claman ser los descubridores del mas negro de los hilos sobre la relevancia social y política planteada tras el espeso maquillaje de ese mundo devastado por esos muertos andariegos).

Vamos, en todo caso ese alabado brinco se debió al éxito en conjunto que han tenido series como: iZombie de Vertigo, Zombies VS Robots de IDW Publishing (y que próximamente, dicen, será una película por cortesía de Michael Bay y su productora, así que vayan alistando sus mantas y sus frases ingeniosas para darle color y sabor a las concernientes protestas), Zombie Tales de BOOM Studios y Z.M.D. de Red 5 Comics.

Cada una de esas series retoman el canon del muerto viviente involuntariamente propuesto por gran papá Romero, y mas que arriesgarse a subvertirlo, mejor se dedican a palomearlo y sin siquiera turbarse: plaga zombi iniciada por un agente desconocido del que no hay que preocuparse por su explicación: revisada. Sobrevivientes puestos al límite en el que harán todo lo que esté a su alcance, incluyendo contravenir sus creencias o ideales que en un principio expusieron: revisado

Y así, síganle que bien que se lo saben.

De todas esas series en las que los muertos se levantan, te buscan, te encuentran (regularmente por idiota), te muerden y te hacen sus compadres, con la que me quedo es con la virulenta: Crossed, abortada (que cosas como esas no se paren), por el siempre genial Garth Ennis (Holywood, Irlanda del Norte, 1970), y por su ex-compañero en Chronicles of Wormwood, Jacen Burrows (San Diego, 1972).

La serie en cuestión, que ya va en su tercera parte o continuación, pero sin el ya mencionado dueto creador, apareció por vez primera en un prólogo (o capítulo 0), en agosto del 2008 vía Avatar Press.

En ese prólogo (o, repito, capítulo 0), un grupo de personas, extraños todos, cada uno protagonista de una historia que los ha llevado hasta ese lugar de encuentro que es una cafetería de paso en un pueblo a todas luces también de paso, queda inmersa en una desbocada (¿y francamente necesaria?) carrera de supervivencia cuando una enfermedad que se manifiesta con una mancha en forma de cruz roja que aparece en el rostro de los infectados, hace su aparición.

Con el espíritu mas romereano a flor de piel (aquí ya no hablamos de Night of the Living Dead, de 1968, sino de la recientemente remakeada The Crazies de 1973, solo que sin la fuerza armada con orden de disparar a todo el que se mueva, y también sin Trixie, esa arma biológica que se sale de control en ese por demás rupestre pueblo norteamericano), Crossed aspira su propio lugar en nuestro panteón de pesadillas sin necesidad de apelar al clásico cuento por todos conocidos.

La tal enfermedad se transmite no tanto por una mordida, sino por el intercambio de fluidos de toda clase, y fuera de convertirlos en unos alelados muertos vivientes a los que se les puede engañar untándose sangre o caminando rápido y en zig zag, los vuelve, y en segundos, en unos rabiosos psicópatas hijos de puta que para nada han perdido su raciocinio (más o menos como M. Night Shyamalan envisionó a los monstruos que pueblan su malograda The Happening).

Los tales cruzados, que es como comienzan a llamar los sanos a los infectados, no vienen con la idea de matar simplemente para satisfacer una cruel y despiadada hambre: igual violan que descuartizan o de plano hacen patente la propia naturaleza autodestructiva que cada uno de nosotros llevamos dentro, arriesgando su propia vida con tal de hacer daño, simplemente porque la enfermedad esa les alborota los sentidos, mermando las defensas ideológicas que la sociedad les ha impuesto, dejándolos tal y como seríamos todos en caso de dejarnos llevar por lo que sentimos de vez en vez. Porque somos el peor que los animales. Unas jodidas máquinas de maldad.

Y es aquí donde vienen los aplausos que de mi parte, no lanzo para la harto conservadora saga de Kirkman y Moore (sí, sí, y también de Adlard): como sucedería en aquella empolvada y algo olvidada cinta The Hill Have Eyes de Wes Craven, de 1977, o en menor medida en su hermana urbana Incubo sulla cittá contaminata de Umberto Lenzi, de 1980, Ennis y Burrows se arriesgan a mostrar los dos lados de la moneda contando la historia tanto de los sanos-sobrevivientes y su lucha por sobrevivir, como también la de la comunidad de los infectados, los cruzados, y su atrabancada cota de caza que, a fin de cuentas, también es una lucha por sobrevivir de su parte.

En una entrevista para COMICM!X, Ennis describe que llegó a la idea tras Crossed gracias a una pesadilla:

I had a dream that I thought was going to be about zombies attacking a house full of victims, but it turned out they weren’t zombies at all. They were simply people, grinning with psychotic glee at the thought of what they were going to do to the occupants of the house — which wasn’t going to be anything nice. Then I woke up.

De decidirse por revisar algo de la horda de títulos (aquí apenas lancé unos, hay mas), correspondiente a esta temática, habrá que tomar en cuenta a Crossed, que en el 2010 tuvo una secuela o mejor dicho, una continuación llamada Family Values, que sumó a su decadente planeamiento el contexto de las sectas religiosas y su mundillo.

Crossed: Family Values corrió a cargo de David Lapham, con ilustraciones de Javier Barreno. Ennis argumentó que su historia en ese universo había acabado, que lo mejor para él sería pasar a otra cosa y que como William Christersen, editor de Avatar Press le comentó que tenía la idea de seguir explotando el título, decidió bendecir (¿o sería escupir?) a Lapham y Barreno, entregándole la estafeta.

El resultado fue una historia no tan sólida como aquella primera entrega, pero que no decayó en lo absoluto.

Este 2011 inicia con una tercera parte llamada Psychopath, también escrita por Lapham, solo que ahora dibujada por Raulo Caceres, además las noticias sobre su concerniente adaptación cinematográfica y con guion a cargo del propio Ennis.

De realizarse, la película de Crossed retomaría el modelo de producción a la Kick-Ass (esto es: conseguir el financiamiento para la película, hacerla sin ninguna injerencia y al final buscar un estudio importante para que la distribuya como mejor de plazca. Sea en cines o de forma casera). La producción correría a cargo de Ken F. Levin, mismo que ya se logró un acuerdo con Trigger Street Productions de Michael De Luca, Jason Netter y Kevin Spacey (en efecto, la productora tras The Social Network de David Fincher).

Así que, con la enésima caída en desgracia de la miniserie sobre Preacher, la posible cancelación de World War Z por parte de Paramount, la noticia del coma en el que entró la producción de At The Mountains of Madness de Guillermo del Toro y con la única buena nueva de una nueva temporada para la serie The Walking Dead, esta tercera parte o continuación de Crossed en cómics tras la también recomendable Family Values, como su posible adaptación libre en el cine, es un buen motivo para, como ya dijo Mark Graser: cruzar nuestros dedos.

Atentamente, el Duende Callejero

Nota final: pensé en actualizar el texto. Pero opté por dejarlo tal y como fue presentado en el 2011. Pero anexo esta nota para hacer notar que, y va en completo desorden, The Walking Dead está en su última temporada pero con dos series de compañía, Fear of the Walking Dead y The Walking Dead The World Beyond. Preacher sí tuvo su adaptación televisiva, de cuatro temporadas. iZombie también tuvo su adaptación televisiva, de cinco temporadas. La adaptación de Zombies VS Robots está en el limbo y, bueno, a Garth Ennis no le han adaptado Crossed, pero sí The Boys y, en parte, The Punisher de Marvel y Netflix. Unas por otras, como dicen. Ah, y Kevin Spacey desapareció del horizonte.