¿Golpe de Timón?

Chris Hemsworth en una escena de 'Spiderhead'
Chris Hemsworth en una escena de Spiderhead

Hace algunas semanas, una filtración en la prensa que sigue sin ser negada ni aceptada por algún miembro importante de la compañía, apuntó a que Netflix iba a dejar de dar luz verde a los vanity projects.

Según algunos medios, esto significa que luego de años experimentando con levantar proyectos de prestigio que por diversas causas otros estudios habían abandonado o rechazado, como The Irishman de Martin Scorsese o The Power of the Dog de Jane Campion, y de comprar los derechos de distribución internacional de proyectos independientes como Roma de Alfonso Cuarón, la junta directiva de la compañía californiana había llegado a la conclusión que aquello no les había traído grandes beneficios. Dichas películas ni habían aumentado las suscripciones ni tenía la cifra de visionados que ellos deseaban.

Y, bueno, tampoco habían recogido los galardones que ellos deseaban.

Anoto que lo primero es mera especulación. Sobre suscriptores y visionados solo sabemos lo que ellos reportan cada trimestre. Y sobre los premios, ahí sí sabemos que fuera de varios documentales y de la ya mencionada Roma, los otros proyectos se cubrieron con nominaciones, sí, pero recogieron muy pocos galardones.

Así que, y de nuevo citando el artículo de The Hollywood Reporter, Netflix está cambiando su estrategia. Y, según eso, este año se comenzará a ver dicho cambio.

La idea, según, es presentar menos producciones con la marca de originales, pero que estos títulos sean mejores y más grandes películas.

Superproducciones, pues.

De esas que capturen la atención de los espectadores y los haga o suscribirse al servicio o, de plano, no pensar en cancelarlo.

Valga todo lo anterior para poder justificar la siguiente pregunta ¿Es Spiderhead (2022, Estados Unidos), cinta dirigida por Joseph Kosinski, parte de ese golpe de timón por parte de Netflix?

Porque si la respuesta es , entonces les mando decir a los ejecutivos de Netflix que tienen un problema mayor de lo que pensaban.

Spiderhead va de acuerdo a lo planteado en el artículo. Su director, Kosinski, es un nuevoviejo lobo del mar de los blockbusters de medio pelo (hasta que llegó Top Gun: Maverick, claro). Los guionistas son Rhett Reese y Paul Wernick, responsables de los guiones de los dos Deadpool y de Zombieland. Además, está basada en un cuento de ciencia ficción distópica escrito por el galardonado George Saunders. Y como cereza, está protagonizada por Chris Hemsworth, Miles Teller y Jurnee Smollett. Los tres con un caché bastante popular a cuestas: Thor, la saga Insurgente y Birds of Prey, respectivamente.

Y, sin embargo, esta historia sobre un futuro mediato en el que todo aquel que cumple una condena en una cárcel de máxima seguridad puede transmutar ciertos privilegios si accede a servir de conejillos de Indias para una super corporación que está probando una droga, solo tiene una interesante premisa. Porque de ahí se decanta por una serie de escenas en las que los personajes se explican muchas, muchas cosas.

Y lo único que no explican esos personajes en sus interminables choros, es cómo una película tan blanda como la que protagonizan, Spiderhead, podrá ayudarle a Netflix a capotear su crisis.

Atentamente, el Duende Callejero

Mujer al Borde de un Ataque de Nervios

Tilda Swinton, en una escena de The Human Voice de Pedro Almodóvar

A ver, comencemos con lo obvio.

Pedro Almodóvar (1949, Calzada de Calatrava) ya se había batido en duelo con el monólogo de Jean CocteauLa Voix Humaine. Primero, lo usó como referencia de un personaje en la película La Ley del Deseo de 1987 y, segundo, es la base de la película que lo convirtió en un referente internacionalMujeres al Borde de un Ataque de Nervios de 1988. Solo que en esa segunda ocasión le bastó tomar prestada la premisa de la pieza teatral, que va de una actriz que tiene una crisis emocional luego de que se entera, mediante una serie de llamadas telefónicas, que el que fuera su amante de varios años ha decidido seguir su vida sin ella y sin que medie alguna explicación; así que acompañamos a la mujer mientras habla por teléfono con el hombre en el departamento que compartieron.

En Mujeres al Borde de un Ataque de NerviosAlmodóvar intercala la historia de la actriz con otros personajes, cada uno con sus respectivas crisisprovocadas por relaciones también fallidas o de plano peligrosas (por ahí hay una que tiene de amante a un hombre que en ese momento es buscado por terrorismo). Y claro, todas ellas acaban colisionando en un espectáculo colorido y bastante agridulce.

Carmen Maura en una escena de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios (1988, España) de Pedro Almodóvar

La marca de la casa Almodóvar.

Lo cierto es La Voix Humaine es un texto que el manchego simplemente no puede dejar atrás. Como muestra, la versión del 2020 que presentó en el Festival de Venecia y que desde el viernes pasado está disponible en la plataforma MUBIThe Human Voice (2020, España), su primera película en inglés, protagonizada por Tilda Swinton.

En esta versión, de compactos 30 minutos, Almodóvar los copa con referencias a obras que admira (ahí están los DVDs y Blu-rays que la anónima protagonista organiza, junto con el título de los libros que aparecen aquí y allá en el departamento), junto con esas autorreferencias a su obra, que van desde el título de una de sus películas lanzado en una línea (obviamente La Ley del Deseo) hasta el mismo departamento, tan similar al de la película de 1988.

La historia sigue siendo la de una actriz ya entrada en años que espera a su amante en el departamento que compartieron junto a su perro y sus maletas. Esa actriz es Tilda Swinton. Sin embargo, el juego al que nos invita Almodóvar a jugar es lo que genera interés. Porque desde sus primeras momentos nos deja claro que estamos ante una puesta en escena: el departamento es un set, la actriz es una actriz que interpreta a una actriz, todo en el lugar es falso.

Y no debe extrañarnos ese acartonamiento, puesto que Almodóvar produjo esta película justo en medio de la pandemia y por ello, parte de esta nueva versión incorpora esa sensación de aislamiento, desconciertoy desespero que seguramente más de uno sintió durante aquellos primeros meses de encierro. Esos momentos en los que el único contacto humano era o una voz salida de algunos audífonos o del teléfono. Así que, mientras Swinton se pasea tanto dentro como fuera de ese set hablando con alguien que solo ella conoce mediante un set de audífonos inalámbricos, listando todo lo que está a punto de perderse, sobre lo mucho que duele y enoja esa distancia y ese destino; uno simplemente no puede dejar de preguntarse si está hablando verdaderamente de una relación amorosa o de todo aquello que comenzamos a perder desde finales del 2019.

Y que desde entonces, como ella, simplemente estamos aprendiendo a dejar atrás.

Atentamente, el Duende Callejero

A río revuelto

Bradley Cooper en un momento de Nightmare Alley de Guillermo del Toro
Bradley Cooper en un momento de Nightmare Alley de Guillermo del Toro

En 1946, año en el que oficialmente termina el conflicto bélico iniciado por ese hombre con bigote de Chaplin que invadió Polonia, al alguna vez cantante folk, además de periodista y actor William Lindsay Gresham (1909-1962) le publican su primera novela, Nightmare Alley.

Basada en las experiencias que tuvo cuando trabajó como afanador en una feria itinerante en sus años de juventud, Nightmare Alley centra sus dardos en esa fascinación y a la vez repulsión que despertaron en Gresham las rutinas de los mentalistas que él presenció y cuyas faenas ayudó a realizar.

Los mentalistas, esos personajes que, mediante diferentes técnicas y artimañas hacen creer a su público que pueden leerles la mente o que están en contacto con espíritus de seres queridos. Gresham, con su relato sobre el auge y la caída de uno que deja atrás una feria de mala muerte y se convierte rápidamente en una celebridad, deja claro que admira las argucias que esos personajes crean para tener éxito en esa área del ¿entretenimiento? Pero que a su vez desprecia cómo muchos se valen de las creencias y los desesperos de su público para obtener beneficios económicos extra. Así que su novela resulta un morality play que en más de un momento mira fijamente al proverbial abismo, consciente de que ese abismo le está regresando la mirada.

En 1997 el director y guionista jalisciense Guillermo del Toro (1964, Guadalajara) comenzaba la producción de su primera película hollywoodense, Mimic, cuando sus familiares le informaron que su padre había sido secuestrado.

Obviamente del Toro hizo una pausa en la producción y regresó a Guadalajara. En varias ocasiones ha contado que durante esos días, muchos amigos y conocidos se le acercaron para ofrecerle ayuda y consejos. Uno de esos consejos fue: cuídate de los mentalistas, no tardarán en aparecer.

Del Toro cuenta que en efecto, cuándo llegó con su madre ahí estaban ya varios mentalistas que, a cambio de dinero, claro, le ofrecían ponerse en contacto con el secuestrado o dar pistas sobre su paradero. Esa vileza hizo que, como le ocurrió a Gresham tantos años antes, se interesara en ese fragmento del mundo del entretenimiento que acaba lucrando con las creencias y las desesperaciones de las personas. Así llegó no solo a la novela de Gresham, también a la adaptación cinematográfica estrenada en 1947, que escribió Jules Furthman, dirigió Edmund Goulding y que, según otras historias, su protagonista Tyrone Power se empeñó en que la difunta 20th Century Fox la produjera.

Power vio en la figura de Stan Carlisle, protagonista de la historia, una forma de escapar a su imagen de galán de moda.

Por eso debemos entender que esta nueva versión de Nightmare Alley (2021; Estados Unidos, México y Canadá) no es un mero remake de la cinta de 1947. Escrita por del Toro y Kim Morgan, protagonizada por Bradley Cooper y Kate Blanchett, junto con Tony Collette, Rooney Mara y Willem Dafoe, estamos ante una nueva adaptación y actualización de la novela de Gresham que, además, viene a sumarse a esas cintas que tienen como centro narrativo a un personaje cuya forma de vida es el engaño.

Personajes carismáticos, incluso prodigiosos, cuyo mayor pecado resulta ser que acaban creyéndose y enredándose en sus propias mentiras.

Películas tan pertinentes y necesarias en estos tiempos de hipocresía e ignorancia por parte de figuras públicas, y en especial políticos que o presumen ser machos alfa todoterreno como Donald Trump o castos y puros como YSQ. Esperpentos cuyo mayor interés parece ser el obtener ganancia, popularidad o simplemente poder de todos esos ríos revueltos que van dejando en su tránsito sin comprender que para erigir un legado basado en mentiras además de ser necesaria una buena memoria, también lo es el no acabar creyéndose todas las tonterías que dices o repites.

Atentamente, el Duende Callejero

La Domesticación

Philip Roth
Philip Roth

Philip Roth murió el 22 de mayo del 2018 por una afección cardiaca. Tenía 85 años y había anunciado su retiro de la literatura el 2010.

Escribió una treintena de novelas, además de varios cuentos y ensayos. Fue uno de los escritores más importantes del siglo XX, que además de presentarnos personajes fascinantes, como ese alterego suyo, Nathan Zuckerman, también nos obligó a replantear la relación que hay entre realidad y ficción.

Sus obras son intrincadas piezas de relojería que lejos de dejarse llevar por relatar una trama o describir los arcos dramáticos de sus personajes, suelen rozar la diatriba, la confesión o ambas, cuestionándonos ya sea trágicamente o cómicamente, sobre qué es eso que nos hace humanos.

En el 2016, Akiva Gottlieb de Los Angeles Times escribió: las películas no pueden hacerle frente a su poderosa narrativa, menos a su candor, y hasta connotados cineastas han claudicado en su intento por adaptarlo.

La verdad es que solo hay un puñado de películas basadas en sus obras. Supongo que en los años por venir habrá más. Igual que series de televisión. Aquí va, como homenaje, un rápido recordatorio de qué novelas o relatos se le han adaptado.

En 1960, Joel Rapp adaptó el cuento que Roth publicó en la revista Esquire: Expect the Vandals. La película se llamó Battle of Blood Island y relata la historia de dos soldados norteamericanos, únicos sobrevivientes de un fallido ataque, que deben resolver sus diferencias para sobrevivir al asedio del ejercito japonés que los acompaña en una isla.

Luego, en 1969, vendría Goodbye, Columbus de Larry Peerce con guion de Arnold Schulman, que adaptaba amablemente la primera novela de Roth. Mi pregunta sobre esta película es ¿No se urgió su adaptación buscando algo que secundara el éxito de El Graduado? Porque parece más un remake de aquella que una adaptación del debut literario de Roth.

En 1972, Ernest Lehman escribe y dirige la que será su única película como director: Portnoy’s Complaint, que, intentando matizar la crudeza del texto, además de su sucia sátira, acaba siendo un desastre. Y para colmo, ese mismo año Woody Allen entrega Everything You Always Wanted to Know About Sex – But Were Afraid to Ask.

Y digo eso de para colmo, pues el espíritu de Roth está más presente en la cinta de Allen que en la de Lehman. Digo, ese mismo año Roth publicaría una novela corta llamada The Breast. Un homenaje a Kafka, según dijo. Pero, caray ¿Recuerdan uno de los capítulos de la película de Allen?

Es hasta el 2003 que Roth regresa al cine vía The Human Stain de Robert Benton con guion de Nicholas Meyer. Buena cinta para ver en este clima de corrección política que vivimos.

En el 2008 Isabel Coixet toma el guion de Nicholas Meyer y presenta su versión de The Dying Animal con la película Elegy, única hasta hoy que presenta ese otro alterego de Roth: David Kepesh. Aquí interpretado por Ben Kingsley.

En el 2014 Barry Levinson dirige The Humbling, con un guion de Buck Henry y Michal Zebede. Según eso fue idea de su protagonista, Al Pacino, el hacer la adaptación que, caray, sufre precisamente por su presencia.

Y, bueno, para el 2016 se estrenaron, primero, Indignation dirigida y adaptada por el experimentado productor James Schamus, de todo el paquete, la más recomendable, y, segundo, American Pastoral con un guion de John Romano y dirigida por Ewan McGregor.

Una película que quizá nunca debió producirse y de la que quizá escriba luego.

Finalmente, Irena Pavlásková escribe y dirige una versión de The Prague Orgy que se estrenó en el 2019 y, en el 2021, tenemos la adaptación de Deception, que dirigió y co-escribió Arnaud Desplechin.

En esta película que, por cierto, no he visto, el actor Denis Podalydès interpreta a un novelista norteamericano llamado Philip y es la razón por la que escribo este texto.

Ah, y un año antes, en el 2020, David Simon y Ed Burns presentaron la serie de seis episodios The Plot Against America. Basada, claro, en su novela sobre qué hubiera pasado si, en 1940, el ganador de la elección presidencial de Estados Unidos hubiera sido Charles Lindbergh. Un hombre que simpatizaba con Adolf Hitler.

Las películas domestican a Roth, lo doman.

Eso lo dijo Ross Posnock, un profesor experto en el autor. Y eso es cierto, ese ha sido el gran error que se comete cada que adaptan alguna de sus obras: la domesticación.

Atentamente, el Duende Callejero

Lo que está hecho, hecho está

Kathryn Hunter como Hécate en The Tragedy of Macbeth de Joel Coen

En su segundo largometraje que tiene su estreno mundial en una plataforma digital luego de The Ballad of Buster Scruggs del 2018, estrenada en Netflix, y primero que realiza sin su hermano Ethan, Joel Coen decide sumarse a la lista de cineastas que producen una adaptación de la obra escocesa de William Shakespeare. Así que, desde hace unos días en Apple TV podemos ver The Tragedy of Macbeth (2021, Estados Unidos), una abreviada y pesadillesca versión en la que Coen nos ofrece una de las adaptaciones más cinematográficas de la obra.

La trama, que va sobre la ambición desmedida y sus fatídicas consecuencias, se mantiene intacta. Cierto, algunos diálogos han cambiado, escenas o han sido omitidas o han sido reinterpretadas. Incluso algunos personajes han ganado peso mientras que otros han sido disminuídos. Pero, a pesar de esos detalles que para nada son menores, me atrevería a decir que estamos ante una de las versiones más fieles de la obra.

Una versión que incluso aprovecha su artificiosa puesta en escena para sumergirnos justo en el dilema moral en el que viven sus personajes: el reino de Irlanda es una ruina ¿Y por ella vale la pena matar o morir? Dilema que, como bien se señala en un momento clave de la obra: Las cosas que comienzan con el mal, solo se afianzan con el mal.

Macbeth, que en esta ocasión no es un ambicioso hombre de mediana edad, sino un cáustico noble ya entrado en años que ha dado su vida para preservar la paz, y que es interpretado por Denzel Washington, regresa a su castillo luego de lograr otra victoria para el Rey Duncan (Brendan Gleeson). Va acompañado del fiel Banquo (Bertie Carvel) cuando se encuentra a una o mejor dicho unas mujeres. Ella o ellas son Hécate, aquí interpretada soberbiamente por Kathryn Hunter. Ella o ellas le comunican a los viajeros algunas profecías. La primera es que se refieren a Macbeth con un título que aún no posee y luego le vaticinan que será rey. Mientras que a Baquo lo llaman el padre de un rey.

Basta ese encuentro y esas palabras para plantar en la cabeza de Macbeth la ambición.

Tantas batallas ganadas, tantas cicatrices en su cuerpo y tantos años dedicados a la causa deberían ser compensados, piensa él. Y qué mejor forma de hacerlo que con la corona del reino de Irlanda. Y cuando ese primer título augurado por Hécate le llega a causa de que el que lo portaba es acusado de traición, Macbeth se toma en serio la profecía de que él será el futuro rey.

Solo que cuando Duncan hace público que el heredero al trono será su blando hijo Malcolm (Harry Melling) y no él, entiende que para lograrlo deberá actuar así sea acabe derrumbando todos esos valores y códigos que tanto ha defendido todos estos años.

Y quién lo apoya, aconseja e incluso lo alienta para lograr tal causa es su esposa, interpretada por Frances McDormand.

Así, mientras las traiciones, las escenas clave y los conocidos diálogos van haciendo su acto de presencia, poco a poco esas oníricas y pastosas imágenes capturadas por la cámara de Bruno Delbonnel nos van recordando que cuando nos dejamos llevar por la ambición del poder, solo estamos ante: … un cuento contado por un idiota… Lleno de ruido y de furia, que no significa nada.

Denzel Washington como Macbeth en The Tragedy of Macbeth de Joel Coen

Atentamente, el Duende Callejero