Tercer strike

Nota: ayer se dio la noticia que Ray Stevenson había muerto. Estaba en Italia filmando una película y lo único que se ha dicho es que ingresó en un hospital y ahí murió. Hace años, a finales del 2008, escribí este texto sobre The Punisher. Cuando leí la noticia, lo busqué y solo quité unas ligas a páginas que ya no están activas. Así que lo vuelvo a publicar como un tributo para el que en mi opinión sigue siendo el mejor Punisher cinematográfico. Descansa en paz Ray Stevenson.


Ray Stevenson como The Punisher
Ray Stevenson como The Punisher

Cuesta aceptarlo, pero el matrimonio entre The Punisher y el cine jamás será exitoso.

Lo digo pues van tres películas. Esto quiere decir que van tres intentos, y aunque cada uno de esos intentos tiene sus momentos, resulta difícil el querer congratularnos porque hay una gran película sobre este personaje.

Recordemos: la primer intervención, fechada en 1989, dirigida por Mark Goldblatt y escrita por Boaz Yakin, y con Dolph Lundgren como The Punisher, a pesar de ser visualmente la más lejana de las adaptaciones realizadas (Lundgren se tiño su rubia cabellera, sí, y se pintó, literalmente, una barbita en sus mejillas y barbilla, pero a los productores de esta película les pareció innecesario que portara la calavera blanca en el pecho, aunque sí que lo hace en las dagas que va dejando aquí y allá), y de cambiar diametralmente el origen del personaje (resulta que era un policía, no un veterano de guerra, al que le matan la familia por uno de sus casos, no por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Y al que todo mundo, menos un ex-compañero, por supuesto, lo da por muerto tras el atentado). Esta es, en mi opinión, la más cercana a presentar al vigilante-leyenda urbana alguna vez llamado Frank Castle. Ese personaje que bosquejaron Steven Grant, Mike Zeck, Mike Baron y Klaus Janson, responsables del inicio de su saga en cómics a mediados de los ochenta.

Sin embargo, su cercanía al cine más camp hizo que The Punisher versión 1989, se le tomara como una película mediocre, destinada al cajón y al olvido a pesar de sus logros: presentarnos al Punisher como esa solitaria máquina asesina, incapaz ya de separar la venganza de la locura, consumido por su ambición, pero firme en sus propias reglas (a destacar esa escena final, que me niego a decir que fue homenajeada por Tarantino en su Kill Bill Vol. 1, sino que fue robada, en la que un herido Punisher le explica al hijo del gangster que acaba de matar lo que hizo, sus razones y su decisión: perdonarle la vida al chamaco, advirtiéndole que si al crecer siente la necesidad de vengar a su padre, lo vaya a buscar. Él lo entenderá).

Sobra decirlo: el pobre resultado de esa primera incursión debió bastar para dilapidar la carrera cinematográfica de The Punisher. Sin embargo, en el 2004 se estrena la segunda versión que también se tituló The Punisher. Película que pretende ser la reivindicación del personaje, aprovechándose de esa nueva vida que le había inyectado la serie: Welcome Back, Frank, en el cómic. Serie escrita por Garth Ennis y dibujada por Steven Dillon, que inició en el 2001.

The Punisher versión del 2004 tuvo como director y guionista a Jonathan Hensleigh (el guión también lo firmó Michael France), y a Thomas Jane como Frank Castle.

Y es en ese punto donde está todo el problema de la película: no es en sí una película sobre The Punisher, es una película sobre Frank Castle que al final de la cinta se convertirá en The Punisher.

Ahora bien, para variar, tanto France como Hensleigh volvieron a cambiar el origen del personaje. Ahora es un agente del FBI que decide retirarse después de participar en una detención que salió mal, por lo que una familia de prestanombres muy poderosa, los Saint, deciden cobrarle factura por la pérdida de su hijo, matando a todo el clan Castle y dejándolo por muerto en las ruinas de una casa de playa.

Y aunque el guión toma elementos de la ya referida serie Welcome Back, Frank, a la película simplemente le pesa hasta el cambio de escenario: de Nueva York a Miami.

Eso sí: Jane presenta a un Punisher en plena conversión. Por ello no es ese toro asesino de pelo engominado y cuerpo agrietado, cuya presencia haría temblar a cualquiera.

Él simplemente es un taciturno fulano deseoso de venganza, cuyas pericias asesinas apenas están en proceso y cuyo dolor lo hace flaquear en más de una ocasión.

Y aquí entra lo peor de la película: Hensleigh siente la imperiosa necesidad de volver lógico al personaje… Y…

¡Hasta la calavera blanca tiene su historia, carajo!

En el 2004, The Punisher no fue un vigilante portador de una leyenda maldita. Tampoco es una máquina asesina

The Punisher es simplemente un ex-policía siempre al borde del suicidio, que apaga sus penas con litros de alcohol, que resiste estoicamente las insinuaciones de su potable vecina y que va improvisando un plan de venganza que al final le sale muy bien. Aunque se parece mucho al de Yojimbo o al que emplea el anónimo personaje de Red Harvest. O el también anónimo personaje interpretado por Clint Eastwood en Per un pugno di dollari… Y…

Bueno, creo que se entiende.

De esa versión del 2004 lo que más llama la atención es el final: Jane, en decimonónica voice over, nos informa que Castle ha muerto y que The Punisher ha nacido.

Bravo.

El modesto éxito de la película hace que se abriguen esperanzas: bueno, no estuvo tan mal, puede decir uno.

Pero tampoco estuvo tan bien…

Sin embargo, con ese final, la pregunta sí cabe ¿Qué nos depara el futuro?

En su momento, Jane informó dos cosas que levantaron expectativas: estaba el proyecto una secuela gracias a la exitosa corrida casera de la película en dos versiones: la original y una con cerca de 20 minutos agregados que, contrario a otras versiones especiales, sus adiciones sí contribuyeron a la trama, pero que la hace más lerda. Y que Hensleigh no estaría al mando, a pesar de sus declaraciones.

Pero los años fueron pasando. Jane se volvió algo así como el vocero informal de la producción: informó que Jigsaw sería el antagonista, que los adelantos del guión proponían a un Punisher más oscuro y sangriento, que se rodaría en Louisiana, que se estrenaría en el 2007, que ya le habían entregado un guion y que apestaba, pero que estaba en corrección, que aún no había un director, que ya le habían entregado un segundo guion y que también apestaba, pero que no era el definitivo.

Finalmente, en mayo del 2007, Jane hace público que se sale del proyecto por no compaginar con las decisiones de los productores Avi Arad y Gale Anne Hurd.

La explicación completa está en Ain’t Cool News.

La salida de Jane coincide con la nota que anuncia, de parte de Arad, que a pesar de todo The Punisher 2 se estrenará en el 2008. El guion ya esta listo, el director también: John Dahl. Ahora lo único que falta es un nuevo actor.

También se hace de conocimiento público que, por la salida de Jane, el nuevo Punisher será más un reboot que una secuela.

Inmediatamente se desató el caos: Dahl también abandona el proyecto secundando a Jane… El guion, dicen, no tiene ni pies ni cabeza.

Entonces, Ray Stevenson se anuncia como el nuevo Punisher.

Y en la dirección estará la coreografa y cinta negra en karate, ademas de actriz y nominada al Oscar en la categoría de cortometraje: Lexi Alexander.

En el guión… Uff… La lista es larga e incluye a Alexander, a Matt Holloway, Arthur Marcum, Nick Santora, Avid Arad… Entre otros.

Y la primer foto oficial del proyecto que muestra a Stevenson como The Punisher deja un mal sabor de boca: parece Steven Segal corriendo en un portaaviones secuestrado por Tomy Lee Jones.

Y sin calavera blanca.

Pronto, Alexander dice que quiere a un Punisher sin calavera. Luego se desdice. Se pone en línea una página, por parte de la infame Lionsgate, que anuncia que el estreno de la película será el 5 de diciembre. Luego vienen los problemas con Lionsgate, los rumores sobre la decisión de bajarle la clasificación a PG-13 tras el éxito de una de los Batman de Nolan

Al final, The Punisher War Zone, la nueva andadura de The Punisher en la pantalla grande, se estrena con una nula campaña de promoción por parte de Lionsgate, y con una marejada de malos comentarios y con la duda sobre las peleas entre la compañía productora, los productores y la directora fueran o no verdaderas.

¿El resultado?

Tercer strike.

Lo siento.

Porque The Punisher War Zone es un doloroso fracaso en casi todos los sentidos.

La historia trata de un Punisher amargado y confundido que recorre las calles y las noches de una Nueva York al borde del caos: ya se vengó, pero sigue matando a criminales por pura inercia. Eso le provoca un conflicto y, cuidado, le remuerde la conciencia al grado de que colgará las armas y llorará frente a la tumba de su familia, además de pedir perdón a ciertos daños colaterales, para después, obvio, darse cuenta que lo suyo no es gripe, así que marcialmente se vuelve a colgar el arsenal completo y se lanza sobre los criminales a los que les faltaba una bala en el cuerpo solo para darse cuenta, que son muchos. Y además, hay errores que se pagan caro: por ejemplo, el no fijarse a quién se le está apuntando con un arma.

Y eso es todo.

The Punisher versión 2008 es violenta, sí. Escurre un humor involuntario, sí. Pero ¿Un Punisher con conflictos existenciales?

Por favor.

Lástima de inicio, porque prometía: tenemos a un Punisher que por fin es un toro de fría mirada y que lleva años en su cruzada contra el crimen a causa del deceso de su familia, cuando irrumpe un festejo de un vejete gangster y mata a todos, menos al cruel Billy Russoti, que se escapa y se refugia en una fábrica de reciclado.

Y hasta allá va el Punisher, destazando y decapitando y masacrando al que se le ponga enfrente y no lo deje pasar.

El duelo entre The Punisher y Russoti evoca involuntariamente (¿o no?) al de Batman y Jack Napier en la película de Tim Burton.

Tanto así que el fin de ambos es el mismo: el malo cae en un chunche, se deforma, regresa más loco y sádico y peligroso que antes acompañado por su patiño cuyo destino ya está marcado desde el inicio: recibirá un disparo por parte de su jefe.

En The Punisher War Zone, con todo y sus lagunas, podemos destacar que Alexander deja ver que al menos para visualizar el mundo en el que vive The Punisher, se sentó a leer unos tomos del Punisher Max de Garth Ennis y Darick Robertson.

También que Stevenson logra darle, a pesar de los contrabandos gratuitos circundantes que lo empatan casi con los dilemas del Max Payne que interpretó Marky Mark, una profundidad humana a su casi inhumana máquina para matar, alejándolo, a pesar de dos o tres escenas mocosas, de la chillona presencia de Jane y de la parca careta de Lundgren.

¿Es Stevenson mejor Punisher cinematográfico? Podría decirse que sí, a pesar de que su película hace agua por todos lados. Aunque eso fue más por obra y desgracia de los productores que de Alexander y compañía.

También la participación de Wayne Knight como Microchip, el Q de The Punisher y quizá su único amigo.

Pero, sí, a la hoguera esa ya inútil tendencia a la Dark Knight de volver pomposas (e insufribles) las películas basadas en un cómic.

Ambas películas, el segundo Batman de Nolan y este Punisher, cojean del mismo pie: crean unos villanos a todas luces más ridículos pero atractivos (aunque en el caso del Jigsaw, anteriormente conocido como Billy Russoti que interpreta Dominic West, su actuación más que encantar, aburre y da pena, por forzada), que pretenden mandar a la lona al personaje principal, comiéndose el mandado y, por ende, desarticulando toda la premisa.

En The Dark Knight eso fue precisamente lo que se aplaudió ¿no? Pues eso en The Punisher War Zone, eso es lo que la dilapidó.

Así, la nueva encarnación de The Punisher en la pantalla grande solo viene a ratificar que, zapatero a tus zapatos: personajes como The Punisher pertenecen a las páginas de los cómics, no al celuloide.

Por ello es mejor decir: descansa en paz, The Punisher, descansa en paz.

Eso sí, solo espero que la aparente buena racha en la taquilla (no, no es propiamente un fracaso: costó como 22 millones de dólares y sin la campaña de promoción correspondiente, gracias a que Lionsgate la mandó a morir en taquilla, pero que ha logrado, y solo en dos semanas, recuperar siete millones y medio.

A ver qué pasará cuando se estrene en otros países y cuando llegue a DVD. Supongo que con una versión unrated. Eso augura una historia similar al anterior Punisher.

Y a ver si no desencadena una noticia marca: habrá secuela de la secuela que no es secuela.

Recordemos: en el 2009 todo puede pasar.

Atentamente, el Duende Callejero

Un lavado de cara

Tom Hanks, en una imagen promocional de la película A Man Called Otto dirigida por Marc Foster
Tom Hanks, en una imagen promocional de la película A Man Called Otto dirigida por Marc Foster

Basada en la película En man som heter Ove del 2015, exitosa adaptación de la también exitosa novela de Fredrik Backman del mismo nombre que fue dirigida y escrita por Hannes Holm; A Man Called Otto (2022, Estados Unidos y Suecia) resulta más un completo lavado de cara que en pos de remover todo el cochambre que podía resultar políticamente incorrecto, que un simple remake.

Y por ello, a pesar de todos esos momentos tiernos y graciosos, y de contar con la presencia de Tom Hanks, que interpreta al protagonista, Otto, con lo que nos encontramos ahora es con el mero cascajo la una historia sobre un hombre que ilusamente pensaba que solo estaba esperando a la muerte pues sentía que su vida había terminado luego de perder a sus seres queridos, pero que una familia de inmigrantes le enseña a encontrarle un nuevo sentido a todo.

El director Marc Foster, en conjunto con el guionista David Magee, dupla que hace años entregaron una de esas películas que en su momento fue también un éxito pero ahora difícilmente se recuerda, Finding Neverland, han sido los responsables de atemperar el cinismo y la ironía que hicieron que la versión de Holm y la novela de Backman fueran tan especiales.

Así, el Otto que interpreta Hanks es un hombre en su sexta década, viudo y completamente esclavo de sus rutinas: siempre se levanta a la misma hora y ahuyenta al mismo gato callejero, luego increpa al mismo mensajero. Y siempre camina por las mismas calles y etcétera.

El primer hecho que viene a alterar su aparentemente preciada y rutinaria forma de vida sucede en su trabajo.

Como hace tiempo cumplió sus años de servicio y en esos momentos la fábrica en la que labora está en proceso de fusión con otra empresa, sus patrones lo obligan a retirarse. Eso hace que la poca estabilidad que le quedaba se vaya por la ventana. Así que Otto llega a su casa, la limpia de arriba a abajo y luego intenta suicidarse.

Obviamente fracasará, y eso hace que ahora tenga que lidiar con la causa de dicho fracaso: una familia de latinos que se convertirán en sus nuevos vecinos, y que componen el segundo hecho que altera su preciada y rutinaria forma de vida.

Compuesta por la escandalosa Marisol (Mariana Treviño), por el afable Tommy (Manuel Garcia-Rulfo), y por las niñas Luna (Christiana Montoya) y Abbie (Alessandra Perez), el conocerlos y tratarlos hará que Otto reconecte con aquel hombre que fue hace años: uno tierno, esperanzado, abierto.

Dicha reconexión hará que su presente por fin tenga un sentido, y hasta lo impulsará a buscar a unos viejos conocidos, Anita (Juanita Jennings) y Reuben (Peter Lawson Jones), que en esos momentos están pasando por su propia crisis.

Así, A Man Called Otfo intenta (y puedo decir que con cierto éxito) convertirse en la película de temporada: idónea para verla en familia, con un talante agridulce que permite sacarle alguna reflexión aparentemente circunstancial sobre el momento que se vive en Estados Unidos. Pero que a diferencia de la versión sueca, acabaremos olvidando dentro de unas semanas.

Sí, como la mayoría de las cintas que ha dirigido Foster.

Atentamente, el Duende Callejero

Entre enigmas y silencios

Ilustración de una Ayunadora visitada por un doctor
Ilustración de una Ayunadora visitada por un doctor

Entre 1864 y 1865, la adolescente Mary Fancher, apodada Mollie, tuvo un par de accidentes que la dejaron ciega, y sin sentido del olfato y del gusto. Sin embargo, dichos accidentes fueron lo que la volvieron famosa.

La razón: comenzó a predecir eventos que, según sus familiares, todos se hicieron realidad.

Además, bastaba con que alguna persona se parara frente a ella para que la jovencita les leyera su futuro. Y no solo eso: sus familiares también dijeron que Mollie, que no tardó en sumar a sus dones el ponerse en trance y servir como medio para que se comunicaran los espíritus de los recientemente fallecidos, había dejado de comer desde hacía semanas.

Y esas semanas de ayuno se convirtieron en meses y finalmente acabaron siendo años.

En concreto, fueron 14 años los que Mollie no probó alimentos.

Y sucedió que cuando un grupo de doctores escucharon sobre su historia, y decidieron ponerse a investigar si era cierta, Mollie murió en los primeros meses de 1916.

Mollie Fancher, también conocida como El Enigma de Brooklyn, es solo una de las Ayunadoras: un grupo de mujeres, regularmente adolescentes, que fueron consideradas como místicas con poderes mágicos o religiosos, a las que incluso se les ha rendido culto.

Su particularidad era el hecho de que dejaban de comer por meses o años, y que sobrevivían alimentadas solo por el maná que les caía del cielo.

Y era por ese alimento es que manifestaban esos poderes.

Emma Donoghue
Emma Donoghue

Las historias de las Ayunadoras le sirvieron a la novelista irlandesa Emma Donoghue como inspiración para su novela The Wonder (2016). Y dicha novela ha sido adaptada en forma de una inquietante película dirigida por el cineasta chileno Sebastián Lelio, que co-escribe el guion con Donoghue y con Alice Brich.

En un pueblito en medio de una Irlanda golpeada recientemente por la gran hambruna, corre el rumor de que una jovencita llamada Anna O’Donnell (Kíla Lord Cassidy) lleva más de cuatro meses sin probar alimento.

Su familia y allegados claman que Anna solo toma unos tragos de agua y sobrevive gracias al alimento que Dios le provee: el maná.

Intrigados e interesados por saber si aquello es verdadero, y, por tanto, puede considerarse un milagro, varios notables del pueblo, entre ellos el sacerdote (Ciarán Hinds), el médico (Toby Jones) y el ricachón que nunca falta en esta clase de historias (Dermont Crowley), deciden contratar a una enfermera joven pero experimentada, Lib Wright (Florence Pugh), con la única encomienda de que no se le separe a Anna ni de día ni de noche y así se certifique un milagro o se descubra la mentira.

Solo que Lib, que ha sufrido sus propias tragedias, no es alguien que esté abierta a la posibilidad de que existan los milagros pues ha visto la peor cara de la humanidad y eso que algunos llaman el silencio de Dios.

Florence Pugh y Kíla Lord Cassidy en una escena de The Wonder
Florence Pugh y Kíla Lord Cassidy en una escena de The Wonder

Y eso hace que su viaje en pos de la verdad sobre el misterio de la Ayunadora que le ha tocado cuidar, sea uno que la llevará a encarar y abrazar algo que nunca esperó: la esperanza y el volver a tener fe en algo.

Así, The Wonder (2022, Irlanda, Reino Unido y Estados Unidos) resulta una película cuya mayor valía es su humanismo.

Y también el subrayar una idea que se plantea en la novela de Donoghue: Es mejor ahogarse en las olas que estar de brazos cruzados junto a la orilla.

Atentamente, el Duende Callejero

What a time to be alive!

Rachel Sennott en un momento de Bodies Bodies Bodies de Halina Reijn
Rachel Sennott en un momento de Bodies Bodies Bodies de Halina Reijn

Hace unos años, de parte del cine que por alguna razón le llaman independiente (pero que de independiente tiene muy poco), el tema que se explotó fue el de la masculinidad tóxica.

Y se hizo tanto explorando hechos reales, como sucedió en Bombshell que dirigió Jay Roach, o mediante contenidas fábulas sin moraleja como The Assistant, dirigida por Kitty Green.

También el cine de terror hizo su aportación con títulos como The Night House, que dirigió David Bruckner, y The Invisible Man de Leigh Whannell.

Y dicho tema le ha servido a la guionista Sarah DeLappe para reelaborar la historia original de Kristen Roupenian, escritora y periodista que hace años alcanzó notoriedad por ser la autora de un relato llamado Cat Person. Publicado por The New Yorker en el 2017, el tema que trata el relato es, precisamente, la tal masculinidad tóxica.

Ese guion es la base de la película Bodies Bodies Bodies (2022, Estados Unidos), que dirige la también actriz Halina Reijn (1975, Amsterdam).

Estamos ante una actualización de la novela de Agatha Christie: Ten Little Niggers, publicada en 1939 y que en estos tiempos de corrección política le han cambiado el título, así que ahora la conocemos como: And Then There Were None. Esto significa que estamos ante un whodunnit de cepa: todo ocurre en un lugar aislado donde un compacto grupo de personajes acabarán reunidos. Cada uno de esos personajes guarda algún secreto. Es la aparición de un cadáver el que los hace cuestionarse quién podría ser el asesino y también quién seguramente será el siguiente.

La razón detrás de los asesinatos resulta lo de menos. El juego está en adivinar quién es la mano que empuña la daga o el martillo, o la botella con el veneno o etcétera.

David (Pete Davidson), ya no tan joven, pero rico y tan caprichoso como un adolescente, organiza una fiesta en la casa de campo de su familia e invita a varios amigos. Y lo hace justo cuando está por llegar un huracán. Y allá van, sin pensar más que en que solo se vive una vez, Sophie (Amandla Stenberg) y su exótica novia (solo por ser europea y pobre) Bee (Maria Bakalova). También va la estrella de un podcast, Alice (Rachel Sennott) y su daddy, pero sin lo de sugar, Greg (Lee Pace). Además de la actriz y novia de David, Emma (Chase Sui Wonders), y alguien que se hace llamar Jordan (Myha’la Herrold). Ah, y estaba Max (Conner O’Malley), pero se va luego de una temprana discusión con David que enrancia el ambiente.

Llega el huracán y el grupo se queda sin energía eléctrica, y también sin posibilidad de salir de la casa. Tras agotar las formas de entretenerse, deciden jugar a: Bodies Bodies Bodies, juego que consiste en que un miembro del grupo adoptará la personalidad de un asesino y, con la luz apagada y en un cuarto cerrado, ese asesino irá tocando en el cuerpo al resto. Y todo aquel al que toque estará muerto.

El juego termina o cuando solo queda el asesino de pie, o cuando alguno de los sobrevivientes adivina quién es el que ha estado tocándolos y grita su nombre.

No debe ser sorpresa decir que ese juego se vuelve realidad cuando aparece el primer cadáver. Y así, eso de adivinar tanto quién será el siguiente cadáver como quién es el asesino, nos hará reír mientras vemos en pantalla, de nuevo, una crítica tanto a esa masculinidad tóxica, como a la llamada gen Z y su manía por volver público absolutamente todo lo que les pasa sin mediar en las consecuencias.

Incluyendo las crisis provocadas por la ansiedad.

Y como DeLappe y Reijn saben que el cliché es el espíritu de estos tiempos, se valen de él para entregarnos una de las experiencias cinematográficas más satisfactorias justo en un año lleno de experiencias cinematográficas satisfactorias.

Sí, como dicen por ahí: What a time to be alive!

Atentamente, Duende Callejero

Para Lectores Constantes

Ilustración de la portada de la primera edición de If It Bleeds
Ilustración de la portada de la primera edición de If It Bleeds

En abril del 2020, justo en los días en los que todos comenzamos a cerrar puertas y ventanas, reorganizamos nuestros trabajos y salimos solo para comprar lo necesario en algunas tiendas y supermercados; la longeva editorial neoyorkina Scribner publicó la colección: If It Bleeds, de Stephen King (Maine, 1947).

Para los que somos lectores constantes, que es como King llama a todos aquellos que llevamos años comprando sus libros (y viendo las adaptaciones de sus obras y etcétera), la novedad que supuso esta publicación fue que las cuatro novelas cortas que la componen habían sido escritas expresamente para conformar este libro. Algo que, poniéndonos memoriosos, solo había sucedido en 1982 con la colección Different Seasons. Colección en la que se encuentran las novelas cortas: Rita Haywort and the Shawshank Redemption, que adaptó Frank Darabont; Apt Pupil, que adaptó Bryan Singer; y The Body, que adaptó Ron Reiner y que se estrenó con el título: Stand by Me.

La historia con la que abre If It Bleeds lleva por título: Mr Harrigan’s Phone.

Un joven llamado Craig, que vive con su padre viudo en un pueblito de unos seiscientos habitantes pero que disponía de internet como en las grandes ciudades, trabaja haciendo mandados para un anciano retirado, dueño de una pequeña fortuna, que vive a unos metros de su casa.

Ese anciano obviamente es el Harrigan del título y tiene la costumbre de regalarle a Craig un billete de la lotería en cada fecha importante: sea cumpleaños, día de acción de gracias, navidades, y demás.

Un día, uno de esos billetes se lleva el premio mayor, así que en señal de agradecimiento Craig le compra a Harrigan el primer modelo del iPhone. Hasta ese día, Harrigan se había resistido a tener tecnología en casa. Decía no necesitar más que los seis periódicos a los que estaba suscrito para estar enterado de cómo andaba el mundo. En específico, de su pasión: la bolsa de valores. Pero el regalo de Craig le abre a Harrigan un mundo de información: adelantos de películas, las cotizaciones de la bolsa de valores en vivo, la posibilidad de comprar cosas varias en línea y que le lleguen a la puerta de su casa, mapas con nuevos restaurantes para visitar. En fin, cada día Harrigan se entera de algo nuevo, además que aprende a enviar textos y correos electrónicos. Y Craig es feliz viendo que su viejo amigo es feliz. Hasta que un día, el señor Harrigan muere.

En el funeral, Craig le introduce el teléfono en el saco a Harrigan, como un homenaje. Y se despide de él. Craig no tarda en enterarse que su amigo le dejó de herencia una cuenta de banco. Son miles de dólares que administrará su padre hasta que él alcance la mayoría de edad.

Una noche, mientras se descubre extrañando a su amigo, Craig decide que quiere volver a escuchar su voz. Así que llama al teléfono del señor Harrigan pues sabe que él grabó un mensaje en el buzón de voz y piensa que le bastará con escuchar a su amigo recitando dicho mensaje para subsanar esa falta.

Pero la cosa no acaba ahí.

Porque tras esa llamada, le comienzan a llegar mensajes ininteligibles desde el teléfono del señor Harrigan

¿Será que lo habrán enterrado vivo?

¿O qué es lo que está pasando?

Obviamente no he contado más que el inicio de la historia. Una que ha sido adaptada por el director y guionista texano John Lee Hancock en una recomendable película que lleva el mismo título que la novela corta: Mr Harrigan’s Phone (2022, Estados Unidos). Película que fue producida tanto por Blumhouse como por la productora de Ryan Murphy. Está protagonizada por Donald Sutherland como Harrigan y Jaeden Martell como Craig; y que pueden encontrar desde hace días en Netflix.

Sobre la película, basta decir que es una adaptación bastante fiel al texto. Los cambios, que los tiene, intentan acercar a la película a los terrenos del horror. Cosa que, acá entre nos, no lo necesita. La historia es en sí, un morality play sobre el peso de las consecuencias de las acciones. Pero, me temo que ahondar aquí sobre eso sería descubrir ciertos aspectos de la trama que prefiero que descubran por su cuenta.

Mejor termino diciendo que, al parecer, If It Bleeds correrá la misma suerte que Different Seasons. Mr Harrigan’s Phone ya ha sido adaptada, y la productora de Ben Stiller compró los derechos de la última novela corta: The Rat. Mientras que la productora de Darren Aronofsky se hizo con los derechos del segundo texto: Life of Chuck.

Solo falta que HBO Max (o no Max) decida continuar su serie The Outsider con una adaptación del texto que da título a la colección: If It Bleeds.

Atentamente, el Duende Callejero

Nota: Una versión de este texto salió publicada el sábado 22 de octubre en la columna Pista de Despegue de El Debate.