El olor de la culpa

Vicky Soler (Sally Dramé) tiene diez años cuando por fin conoce a su tía Julia (Swala Emati).
Ella es la hermana menor de su estoico padre, Jimmy (Moustapha Mbengue), que es bombero.
Él acepta que se quede en casa, con ellos, por unos días.
Julia es una mujer de la que ni su padre ni su madre, Joanne (Adèle Exarchopoulos), una entrenadora de natación, le habían hablado a Vicky. Y aunque él le dice que no sabe dónde estuvo o qué hizo durante todos esos años, Vicky se entera que ha estado en contacto con ella.
Sin embargo, lo que más le intriga es la reacción de su madre.
Ella, que siempre ha actuado como si se hubiera quedado a la mitad de algo, que rara vez sonríe pero que tiene sus momentos de ternura con ella, desde la llegada de Julia se muestra a la defensiva. Y en una ocasión la escuchó decir que quería que se fuera de inmediato.
¿Por qué su padre le miente a Vicky sobre el paradero de su hermana? ¿Por qué su madre se muestra tan agresiva con ella?
¿Por qué otros del pueblo donde viven se muestran tan incómodos con el regreso de Julia?
Todo eso da para un thriller. Sin embargo, para Léa Mysius (1989, Burdeos), directora y coguionista junto con Paul Guilhaume, es apenas el arranque.
Puesto qué hay algo que omití en esas primeras líneas.
Verán, resulta que Vicky tiene un ¿Don? ¿Poder? ¿Cualidad? Llámenlo como quieran.
Ella tiene el sentido del olfato súperdesarrollado.
Tanto, que es capaz de adivinar qué animal se comió una bellota o de encontrar a su madre en un claro del bosque con los ojos cerrados y con ella cambiando de lugar a cada momento y sin tropezar. Y en su recamara, Vicky guarda unos frascos en los que, mezclando diferentes ingredientes y objetos, recrea el olor de algunas personas. Y aunque su vida social es limitada pues sus compañeros de escuela la agreden por su color de piel y por su pelo rizado, ella es feliz acompañando a su madre en su trabajo y juntando esos ingredientes que luego les servirán para recrear los olores.
Y sí, vuelto a lo mismo de líneas arriba: esa es una interesante característica de nuestro protagonista. Pero, caray, que hay algo más.
Vicky no tarda en recrear el olor de Julia. Y al oler el frasco que lo contiene, pierde el conocimiento.
Así es como, al despertar, se asoma a un momento en el pasado en el que sus padres eran jóvenes y parecían felices. Además, descubre que su madre y Julia eran muy buenas amigas, o quizá algo más; y que Nadine (Daphne Patakia), que en el presente trabaja con Joanne en el gimnasio acuático y que se muestra algo amargada todo el tiempo, en el pasado era simpática y no tenía ni el rostro ni parte del cuerpo marcado por cicatrices. Y tenía algo más que amistad con su padre.
Eso y más es lo que Mysius nos tiene preparado con su película Les Cinq Diables (2022, Francia), disponible en MUBI, y que debe su título al conjunto de montañas que cercan al pueblo en el que viven Vicky y sus padres.
Con Les Cinq Diables, tenemos a una cinta que, mezclando géneros y tópicos, explora temas como la culpa, la amistad, el amor, la intolerancia, y también sobre ese raro don, poder o cualidad que al parecer todos tenemos, pero que empleamos tan poco: la resiliencia.
Don, poder o cualidad que aquí, entre los imponentes Cinco Diablos, esta niña de apenas diez años y con una fijación con los olores, aprende y comprende mejor que sus mayores.
Atentamente, el Duende Callejero…
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