Piezas del ayer

Hay una escena que ocurre al final de la película Fa yeung nin wah (o Deseando Amar) de Wong Kar-wai: el personaje que interpreta Tony Leung, Chow Mow-wan, se acerca a un agujero en el muro de piedra del templo hinduista Angkor Wat.

En otro momento de la película, Chow Mow-wan narra la costumbre de los viejos tiempos de ir al bosque, encontrar un árbol, hacerle un agujero y susurrarle ese secreto que no quería compartir con nadie. Y lo cuenta como algo que él sabe pero que no ha hecho hasta ese momento. Pero una vez que nos vamos acercando al final y el engaño de su mujer se ha revelado, y también él ve cómo esa posible relación con la señora Chan (Maggie Cheung), que es a quién le cuenta esa historia y que además es su vecina y esposa del amante de su mujer, se va desvaneciendo; este hombre viaja hasta ese templo, encuentra un agujero en uno de los muros. Se acerca hasta casi rozarlo con sus labios y comienza a susurrarle su pesar.

Nosotros no escuchamos qué dice, pero no hace falta. Cada uno, basándose en su propia experiencia, podrá susurrar lo que quiera tras esa escena al primer agujero que se cruce en su camino.

Pareciera que tras el estreno de esa película, películas han seguido la senda de narrarnos cómo una pareja se conoce, se enamora, inicia una relación pero descubren que a pesar de lo que sienten, deben separarse. Solo por poner dos ejemplos, ahí están Lost in Translación de Sofia Coppola que se estrenó en el 2004, y La La Land de Damien Chazelle de 2016.

Y el año pasado, la película que se encarga de narrar al pie de la letra esa historia fue Past Lives (2023, Corea del Sur y Estados Unidos), debut como directora de la también guionista y dramaturga Celine Song (1988, Corea del Sur).

En Past Lives se narra, mediante una serie de recuerdos, los varios encuentros y desencuentros protagonizados por una pareja de coreanos llamados Na-young (interpretada de joven por Seung Ah-moon, y luego, cuando ya cambia su nombre a Nora, por Greta Lee) y Hae-sung (Seung Min-yim de joven, Teo Yoo de adulto).

Dichos encuentros y desencuentros van marcados por las decisiones de cada uno por llevar sus propias vidas por diferentes caminos, cambiando incluso de nación de residencia: de Corea del Sur a América. Así que además de contarnos sobre la experiencia de ser un migrante y sobre lo difícil que resulta el alcanzar el manido American Dream, Past Lives también cuenta sobre esas posibles vidas que se pueden llegar a vivir si tan solo se hubiera dicho sí a algo. O no.

Y por tanto, se tocan aspectos sobre el resentimiento, el amor no correspondido y también sobre el in-yun.

En Corea, esa palabra se emplea para referirse a una suerte de fuerza que se empeña en juntar a personas que han sido amantes en alguna de sus vidas pasadas. Pero lejos de lanzar la pregunta sobre si Na-young/Nora y Hae-sung están experimentando el tal in-yun, Past Lives se decanta mejor en dejar bien claro que son las redes sociales la versión del siglo XXI del in-yun.

Porque es en ellas, en las redes sociales, donde vamos dejando todas esas piezas del ayer: esas fotografías, esas frases, esas ligas a canciones y videos. Y también esos encuentros y desencuentros que a veces creemos que con el simple hecho de borrarlos del mundo virtual nos deshacemos de ellos. Pero no, nunca es tan sencillo como parece.

Past Lives de Celine Song plantea, pues, que ese agujero al que fue Chow Mow-wan para dejar sus penas en solitario en Deseando Amar, y que lo hizo con susurros, ahora está ahí, salvado a veces por un candadito en la cuenta, cierto, pero en la mayoría de los casos lo dejamos libre para que todos los vean. Opinen. Le den like.

Y es todo. Fuera de ese apunte, Past Lives simplemente se va a la lista de películas que ya he visto. Que difícilmente volveré a ver. Que seguramente acabaré olvidando para finales de este año.

Atentamente, el Duende Callejero