De nuevo: el ruido, la furia y los Oscars

En la madrugada del pasado martes, en Los Ángeles, Zazie Beetz y Jack Quaid anunciaron las nominaciones para la ceremonia 96 de los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas. Y como suele pasar, tras el anuncio se desataron los debates, reclamos, loas y todo lo que suele acompañar a estas nominaciones.

Y entre todo ese ruido y toda esa furia centrada en el hecho de que Greta Gerwig obtuvo una nominación como Mejor Director por Barbie, aunque sí la tiene como coguionista junto con Noah Baumbach. Y que Margot Robbie fue ignorada en el apartado de Mejor Actriz, aunque sí está nominada como productora de Barbie (y acá entre nos, fue el año pasado, por la injustamente vapuleada Babylon, donde está el verdadero robo). Por esas dos omisiones se pierde la que seguramente es la historia más interesante detrás de todas estas nominaciones.

La de Justine Triet.

Nacida un 17 de julio de 1978 en Fécamp, Francia, Justine Triet estudio en la Escuela de Bellas Artes en París.

Su carrera profesional inició en el 2007 con el documental Sur Place. Pero fue con el estreno, en el Festival de Cannes en su edición del 2013, de su primer largometraje de ficción: La Bataille de Solférino, que llamó la atención de la crítica y también del público francés.

Luego vinieron Victoria en el 2016 y Sibyl en el 2019. Con ambas cintas, el trabajo de Triet como directora y guionista comenzó a verse en otros países.

Entonces, llega el 2023 y en la edición 76 del Festival de Cannes se estrena su cuarto largometraje, Anatomie d’une chute.

La película obtuvo la Palma de Oro en dicho festival, además de ser un éxito en la taquilla francesa. Para poner en contexto, en su primera semana de estreno vendió más entradas que la soporífera Oppenheimer.

Luego vendría la ola de nominaciones y premios: el César, los Globos de Oro, Locarno, y un largo etcétera que culmina con sus cinco nominaciones al Oscar: Mejor Película, Mejor Director para Justine Triet, Mejor Actriz para Sandra Hüller, Mejor Guion Original para Triet y Arthur Harari y Mejor Edición para Laurent Sénéchel. Todo un logro si se recuerda que, primero, la Academia Francesa decidió apoyar para ser considerada en la categoría de Mejor Película Internacional a la cinta La Passion de Dodin Bouffant escrita y dirigida por Trần Anh Hùng.

¿La razón?

Al parecer fue porque al aceptar la Palma de Oro, Justine Triet criticó al presidente francés Emmanuel Macron por las protestas francesas en contra de la reforma de pensiones de 2023.

Fuente: El País

Así que la respuesta de la Academia norteamericana fue no nominar La Passion de Dodin Bouffant y, sin que medien la consabida y tortuosa promoción, nominar Anatomie d’une chute no a la Mejor Película Internacional, sí en todas esas categorías ya listadas.

Es casi seguro que la, repito, la soporífera Oppenheimer acabe arrasando. A fin de cuentas, es la que cuenta con más nominaciones este año y junto con Maestro, es una película que no arriesga nada y que está hecha para acaparar nominaciones y premios.

Si este fuera un mundo perfecto, Anatomie d’une chute debería obtener el reconocimiento a la Mejor Película y Mejor Director. De todas las nominadas, es la que mejor argumenta la relevancia de su discurso en este caótico mundo de redes sociales en el que todo mundo se siente con la autoridad para opinar sobre la vida y las acciones de desconocidos.

No sucederá, lo sé. Pero hay algo que puede que sí suceda: el reconocimiento a Mejor Guion Original para Triet y Harari.

Ojalá… Ya escribiré sobre ella…

Atentamente, el Duende Callejero