Película Quimera

En la mitología, la Quimera es una criatura monstruosa que conjunta a varios animales: la parte delantera es de león, la media es de cabra y su parte trasera es un dragón…

¿Y a qué viene esta referencia mitológica?

Viene de que a veces, para hablar de una película como Desaparecer por completo (2022, México), dirigida por Luis Javier Henaine y con guion coescrito por Henaine y Ricardo Aguado-Fentanes, lo primero que se me viene a la cabeza es que estamos ante una película Quimera.

Esto porque la cinta presenta elementos de horror mezclados con los del thriller policiaco, mientras borda con cuestiones propias del cine paranoico-político y hace guiños al melodrama familiar y, caray, también lanza perdigones de denuncia social.

Una Quimera, pues.

Y esto no es una queja.

En todo caso estoy señalando su atributo: rehuir de los clichés para adentrarse por sendas poco exploradas en la reciente cinematografía nacional, logrando algo que para nada es menor: crea un universo complejo, fantástico y a la vez horroroso.

Desaparecer por completo inicia con la historia de Santiago (Harold Torres). Lo conocemos mientras está sentado en su auto, acabándose un cigarro. Tiene una radio sintonizado en la frecuencia policiaca. En cuanto escucha que ha ocurrido un accidente, enciende el auto y pisa el acelerador. Poco parece importarle que casi lo chocan en un par de ocasiones. A él lo que le importa es llegar al lugar, tomar su cámara y registrar la escena mórbida que encuentre. Porque Santiago es un fotógrafo de nota roja, solo que él ambiciona que sus placas trasciendan la portada del diario sensacionalista en turno. Sueña con exponer en una galería, que la gente vea el arte y no se quede con la sangre y las vísceras. Por ello no acciona el disparador a discreción, él se fija en la luz, en el encuadre, en la composición.

Y en ese primer accidente nos queda claro que Santiago es una versión de ficción de Enrique Metinides (1934-2022), uno de los grandes fotógrafos de nota roja en México que sí logro en vida lo que este personaje interpretado por Torres solo ambiciona: exponer en galerías y tener retrospectivas de su trabajo.

Incluso en esos primeros minutos, Desaparecer por completo nos entrega un homenaje a una de sus fotografías más famosas:

Santiago sale todos los días, sea de mañana, tarde o noche, para capturar escenas mórbidas. Tiene sus informantes dentro de la policía (Fermín Martínez y Vicky Araico), que por una propina le hablan antes de que lleguen los forenses y peritos. Lo dejan tomar sus fotos tranquilamente y en ocasiones hasta le ayudan a iluminar al cadáver en turno.

Santiago tiene una larga relación con Marcela (Teté Espinoza). Ella trabaja en un hospital y en secreto lleva ¿meses? ¿años? pensando que quizá deban cambiar de vida. Apenas se ven, sus carreras no despegan: Santiago solo cobra por las fotos que le vende a un periódico sensacionalista en crisis y espera el día en que su carrera como fotógrafo mute al convertir las fotos de nota roja en material para galerías, mientras que ella se siente cansada de ir todos los días a curar las heridas de víctimas de asaltos, de suicidas malogrados, de accidentados.

Una noche, ella comienza a tocar esos temas pero él tiene que abandonarla para ir a fotografiar el cadáver de un Senador. A partir de esa noche, la vida de Santiago da un giro a lo inexplicable. Tiene pesadillas, alucina y descubre que ha perdido el olfato. Luego pierde el gusto. Y cuando sospecha que algo sobrenatural lo acecha, pues ya se hizo pruebas médicas y está sano, descubre en su casa un fetiche y entonces pierde el tacto.

Con esa premisa, Desaparecer por completo levanta la cortina y nos muestra que en ese mundo de Santiago y Marcela, lo sobrenatural existe y nadie está fuera de su alcance. Ni un Senador de la República ni un ambicioso y a la vez orgulloso fotógrafo de nota roja.

En Desaparecer por completo todo tiene un precio. Y a veces, pagar dicho precio no asegura nada. Y qué decir tanto de la edición de Jorge Macaya y el diseño de sonido de José Miguel Enríquez, dupla que junto con el trabajo de fotografía de Glauco Bermúdez logran dotar de horror a esta historia sin la necesidad de recurrir a cascadas de jump scares.

Toda una maravilla.

¿Mi única queja? Aunque la historia de Santiago tiene conclusión, de momento me quedan a deber otras historias protagonizadas por otros personajes en esa compleja y enorme ciudad.

Porque estoy seguro que con esas otras historias y esos otros personajes se podrán explorar todas esas subtramas que en Desaparecer por completo solo se nos han desvelado.

En resumen: aquí hay más por contar. Así que más nos vale comprar boletos para que otras películas como Desaparecer por completo sean producidas y lleguen a las salas.

Atentamente, el Duende Callejero