La amabilidad de los extraños

Fotograma de Krisana
Fotograma de Krisana

Estamos en Riga.

El ambiente es frío. La ciudad, claustrofóbica.

Matiss Zelcs (Egons Dombrovskis) sale de casa, al atardecer, debe ir a su trabajo en el Archivo Nacional de Letonia. En el camino, cruza un puente en el que ve a una mujer parada en el borde ¿Otra suicida? ¿Cuántos van?

Luego de intercambiar miradas, Zelcs agacha la cabeza y sigue su camino.

Han pasado unos metros, él sigue caminando hacia su trabajo cuando escucha al agua rompiéndose detrás.

Voltea.

La mujer ya no está en el borde ¿Otra suicida?

¿Cuántos van?

La escucha pedir auxilio. Regresa pero solo ve oscuridad. Así que enciende un cigarro, se encoge de hombros y sigue su camino hacia su trabajo.

El tiempo pasa, pero Zelcs no puede pensar en otra cosa que no sea en la culpa por no haberse detenido a ayudar a esa mujer ¿Quién era? ¿Por qué lo hizo?

Recurre a la policía, pero ellos no resuelven nada ¿Otra suicida?

¿Cuántos van?

A nadie le importa.

Estamos en Riga, repito.

El ambiente es frío. La ciudad, claustrofóbica.

Y la vida es dura.

Siguen aquí los fuertes, se van los débiles.

Eso es lo que parece quererle decir ese policía irónico. Hay que seguir adelante.

Zelcs lo sabe, en el fondo lo sabe, pero no puede quitarse de la cabeza que ella estuvo a unos metros de él y que él solo la observó y la dejó caer.

Que a nadie parece importarle que ella no está.

A nadie.

Solo a él.

Así que, armado con lo mejor que sabe hacer, investigar, Zelcs comenzará una investigación que lo llevará no solo a conocer quién fue esa mujer que no salvó, sino qué fue lo que la orilló a tomar esa decisión, qué vida llevaba, quién era, qué quería.

Qué anhelaba.

Todo enmarcado en un conjunto de fotografías que resumen una vida como la de él.

Pero ¿Por qué hace aquello?

¿Realmente le interesa que esa mujer no siga siendo una anónima o solo quiere limpiar su conciencia?

¿Qué está pasando con él?

¿A alguien le importa?

Recordemos, de nuevo, estamos en Riga.

El ambiente es frío. La ciudad, claustrofóbica.

Y solo hubo otro suicidio en el puente.

¿Cuántos dicen que van?

El también director de fotografía Fred Kelemen (Berlín, 1964), presenta una hermosa y monocromática oda a la soledad, a la alienación y a la culpa llamada Krisana (Alemania y Lituania, 2005), que traducido sería caída, un sencillo y claustrofóbico thriller existencial escrito con sombras. Narrado por el silencio. Construido por medio de planos largos que se van ensamblando bajo el dictado de una ciudad.

Riga.

Donde el ambiente es, sí, frío. La ciudad, claustrofóbica.

Sigo jurando que a mis sueños le robaron una película.

Atentamente, el Duende Callejero