Reencuentros cercanos del tercer tipo

Escrita y dirigida por Brian Duffield (1985, Pensilvania), la película Nobody will Save You (2023, Estados Unidos) resulta tanto un zambullido en las aguas de aquel cine de horror minimalista de finales de los setenta y principios de los ochenta que poblaban los anaqueles de los videoclubes de barrio, como un refrescante experimento sobre el placer de volver a ver imágenes contando una historia.

Brynn (Kaitlyn Dever) es una joven que vive sola en la casa enorme de su familia.

Se dedica a vender vestidos en línea que diseña, confecciona, empaqueta y envía. Está armando una maqueta de un pueblo idílico. Visita la tumba de su madre y le escribe cartas a su amiga de infancia sobre el día a día.

Pronto nos enteramos que la gente del pueblo o la ignora o la agrede. Eso por un asunto relacionado con su pasado, obviamente. Pero de entrada, eso le sirve a Duffield para justificar la principal cualidad de la película: no hay diálogos.

Ni en esos primeros minutos ni en los siguientes.

Escuchamos que Brynn murmura cada tanto, que susurra la estrofa de una canción mientras baila sola en su sala. Pero fuera de eso, en su hora y media de duración, solo la escucharemos decir una sola línea.

Aquí lo que verdaderamente importa es que estamos ante una película en la que esta joven solitaria y silenciosa y, pronto lo veremos, con un carácter indomable deberá enfrentarse a unos invasores extraterrestres.

La invasión, según parece, inicia en la noche en la que a Brynn la despierta el ruido de que algo está removiendo su basura y sigue con ese primer enfrentamiento contra un ser larguirucho que explora su casa y al que ella elimina por accidente.

Continúa con ella yendo a buscar ayuda al pueblo a la mañana siguiente, solo para enterarse que ni podrá huir de ahí ni que encontrará ayuda porque ella no fue la única a la que visitó un alienígena.

Pero al parecer sí fue la única que se defendió.

Así, Nobody Will Save You pasa a la ofensiva en esa segunda noche.

Brynn regresa a su casa decidida a convertirla en su trinchera. Sabe bien que está enfrentándose con algo que la supera, que lo seguro es que pierda, pero está decidida a dar batalla.

Con esos elementos, Brian Duffield nos entrega una cinta que pretende subvertir la forma en la que muchos, quizá demasiados, ven películas en estos días.

O mejor dicho, no las ven, la escuchan.

Porque hasta en las salas de cine encuentran más interesante el revisar los mensajes en sus teléfonos que ver lo que sucede en pantalla. Por eso, dicen algunos, escogen ver las películas dobladas. Así, se enteran qué está pasando por los diálogos y solo voltean cuando se pone bueno.

Con Nobody Will Save You se nos obliga a prestarle atención a todo lo que pasa en pantalla.

Eso justifica su falta de diálogo.

Y como el diseño sonoro de James Miller resulta tan particular, y con esas piezas musicales a cargo de Joseph Trapanese que curiosamente no anticipan nada, obviamente la apuesta que Duffield pone sobre la mesa consiste en obligar a los espectadores a dejar cualquier distracción a un lado y prestarle atención a cada momento de su película.

Y he ahí su mayor atributo. En especial en su parte final. Porque, como dicen, a veces lo que importa es el camino, no el destino. Y ese es el afortunado caso de Nobody Will Save You.

Atentamente, el Duende Callejero

Agustín Galván

Estás en el blog: filias y fobias de @duendecallejero. Inicié escribiendo sobre mis gustos y disgustos en materia de cine y literatura en algún momento del 2003. Solo que entonces fue en otro lugar, en otro espacio (ahora fallecido). La versión que ahora vistas es nueva (aunque ya tiene sus años). Gracias por la visita y si te apetece, deja tu comentario.