Hagamos memoria…
Fue el 31 de marzo del 2021 que se dio a conocer que Netflix y el productor, guionista y director Rian Johnson habían firmado un acuerdo por más de 400 millones de dólares para producir y distribuir de forma exclusiva dos secuelas de la exitosa cinta Knives Out (conocida en México y el resto de Latinoamérica como: Entre Navajas y Secretos), protagonizada por Daniel Craig.
La primera de esas secuelas, titulada: Glass Onion, llegó a la plataforma el 23 de diciembre de 2022 luego de estrenarse en septiembre de ese año en el TIFF y su paso en noviembre en algunas salas comerciales (y solo por el asunto de las nominaciones).
Como su antecesora, Glass Onion logró una nominación al Oscar a mejor guion (en su caso fue guion adaptado por ser secuela). Y podría decirse, tanto por reseñas y opiniones vertidas, que gustó. Solo que en algunas de esas reseñas y opiniones se resaltó el cambio de tono que tuvo la cinta.
Porque Johnson pasó de una historia con tintes góticos: neblina, frío, mansión y un misterio de a puerta cerrada; a un simple misterio de whodunit entre sol, arena, playa, piscinas y espacios abiertos con algunos giros en la trama que no estuvieron a la altura de la primera cinta.
Johnson dijo que los cambios se debieron a que Glass Onion fue escrita durante la pandemia (que, por cierto, tiene un cameo en la cinta), así que no le apetecía escribir y dirigir una historia con gente encerrada en un lugar hosco investigando un asesinato.
Además, a diferencia de la cinta original, Glass Onion sí estaba protagonizada por el Benoit Blanc que interpreta Craig. Digo lo anterior porque la original giraba en torno al personaje de Marta Cabrera (que interpretó Ana de Armas), dejándole a Blanc un jugoso papel de soporte.
Y bueno, en este 2025 tenemos la tercera ¿y última? parte de la franquicia Knives Out, titulada ahora: Wake Up Dead Man (2025, Estados Unidos). Y en lugar de irse por el camino trazado por Glass Onion, Johnson decidió regresar al escenario gótico y al misterio a puerta cerrada del la primera cinta, incluso coqueteando con el horror; además de delegarle a Blanc otro jugoso un papel de soporte.
Porque el personaje sobre el que gira la cinta ahora es el reverendo Jud Dupenticy (Josh O’Connor), que como castigo luego de noquear a un diácono es enviado a una parroquia de Nueva York, Nuestra Parroquia de la Fortaleza Perpetua, para ¿ayudar? ¿lidiar? con el irascible monseñor Jefferson Wicks (Josh Brolin), que piensa que la iglesia está en riesgo de perder la batalla contra el mal por lo blanda y permisiva que se ha vuelto, así que defiende que lo que se necesita es volver a inyectar miedo a los fieles.
Solo que en lugar de tener llena la parroquia se está quedando con un grupito de ¿fieles? ¿masoquistas?
En resumen, Wicks hace su propio Make Church Great Again o MCGA (digo, Johnson no se anda por las ramas a qué está haciendo referencia, incluyendo el comentario de un feligrés que es un político republicano que piensa que con esa furia Wicks podría llegar hasta la mismísima presidencia).
El caso es que, tal y como se lo imaginan, Wicks muere y todos los cercanos a él, que van desde Jud a un escritor que ya tuvo sus mejores días (Andrew Scott), un doctor alcohólico y viudo (Jeremy Renner), el tal político republicano (Daryl McCormack), la clásica mano derecha del reverendo que sabe dónde están todos los esqueletos enterrados de la parroquia (Glenn Close) y etcétera, se convierten en sospechosos.
Pero como todo se vuelve complicado conforme se va conociendo a esos sospechosos, la jefa de policía (Mila Kunis) decide llamar a Blanc para que los ayude a desenredar la madeja.
Y es aquí que termina lo que llamaré: la primera parte de Wake Up Dead Man. Porque en cuanto Blanc se asoma, inicia no solo la segunda parte, sino podría decirse que hasta una segunda película.
Y eso que como en las anteriores cintas, en esa segunda parte poco importa el ¿quién lo hizo? sino el ¿por qué lo hizo? y en este caso en específico el ¿cómo lo hizo?. Además, Johnson se vale de su relato para hacer una historia sobre ese tema que tanto de la gusta al público: las segundas oportunidades.
Porque Wake Up Dead Man no es un mero ejercicio de misterio a puerta cerrada. Es una historia de redención que se siente tan necesaria en estos mercuriales tiempos que estamos viviendo. Historia que va no solo sobre el tener fe en uno mismo, sino en comprender qué papel tiene uno en la vida y de paso aceptar que todo el camino recorrido, con todo y sus golpes y resbalones, es el que acabó forjándonos.
Que llevamos rato viviendo en un mundo separado por la victimización, no es secreto. Pero que una película que se presenta a sí misma como un mero divertimiento cinematográfico nos haga encararlo, merece resaltarse. Y Wake Up Dead Man es esa película.
Y para no ahondar más al respecto (creo que ya escribí demasiado de la trama), solo diré que en mi caso la única fe que tengo es que esta tercera parte de la franquicia no será la última y que volveremos a ver a Blanc de nueva cuenta en el futuro…
¿Cómo, cuándo y dónde?
Ah, he ahí el misterio a resolver. Más en estos tiempos tan cercanos, según muchos, a la verdadera muerte del cine en salas y no sé qué más por eso de fusiones y adquisiciones y demás asuntos relativas al negocio de hacer que el cine sea redituable.
Atentamente, el Duende Callejero…








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