
A inicios de los años noventa, el entonces mecánico Chuck Palahniuk (Pasco, 1962) fue a acampar con unos amigos aprovechando un feriado.
Desgraciadamente en el lugar del campamento protagonizó una pelea con unos vecinos ruidosos que le dejó magulladuras y moretones en varias partes del cuerpo, incluyendo el rostro y los nudillos a piel viva.
Cuando fue a trabajar, Palahniuk esperó todo tipo de inquisiciones sobre los golpes por parte de sus compañeros. Pero para su sorpresa nadie le preguntó qué le había pasado. Al contrario todos le sonrieron, palmearon y hasta le preguntaron si se había divertido.
Fue entonces que Palahniuk, que llevaba algún tiempo atendiendo los talleres literarios de Tom Spanbauer, trabajando la llamada Dangerous Writing propuesta por Gordon Lish, y que ya tenía armada una primer novela llamada Insomnia: If You Lived Here, You’d Be Home Already, notó cómo era en realidad la vida social de un adulto promedio: llena de tabúes, buscando no intimar más que con simulacros siempre cordiales y con una serie de dejos autodestructivos jamás reconocidos pero enteramente expresados en cada uno de los vicios sociales que se soportan colectivamente.
Ese descubrimiento lo inspiró a escribir una segunda novela donde enfrentaría a cada uno de ellos: Invisible Monsters, que termina en tiempo récord y la manda a varias editoriales esperando un resultado favorable.
Pero todas la rechazan argumentando casi lo mismo: está bien escrita, es una idea buena, pero es muy oscura y arriesgada como para poder comercializarla.
Palahniuk no se lo piensa dos veces. Lanza Invisible Monsters a un cajón y mejor se dedica a pulir esa primera novela que obvió. Le incluye parte de su experiencia tanto en el campamento como en el trabajo y, claro, todo los sentimientos que despertó su primer rechazo editorial.
Ah, también se convierte en miembro de The Cacophony Society de Portland.
Descrita por sus integrantes como un grupo de personas de libre de espíritu que piensan que a la vida, por lo corta que resulta, no hay que tomársela en serio, The Cacophony Society tiene su origen en el San Francisco de los setenta, cuando un hombre llamado Gary Warne inició un curso en una universidad pública. Dicho curso estaba dedicado a hacer bromas pesadas bajo la idea de que la única diferencia entre un niño y un adulto es que al adulto nadie lo está vigilando a todas horas.
Entonces el grupo se hacían llamar The Suicide Club como homenaje a un famoso trío de historias escritas por Robert Louis Stevenson.
Una novedosa reforma educativa que dio libertad a las universidades públicas para crear las asignaturas que ellas consideraran pertinentes, siempre y cuando se justificaran como una forma de explotar la creatividad del alumno, permitieron su gestación.
Las actividades de Warne y compañía incluyeron guerra de almohadas en parques, desfiles disfrazados de Santa Claus completamente ebrios en Navidad, escalar sin equipo ni permiso edificios públicos, batallas de escupitajos desde segundos y terceros pisos con resultados bastante asquerosos para las calles, un día completo desnudos realizando actividades cotidianas como ir a restaurantes, al banco, usar transportes públicos.
The Suicide Club siempre se consideraron un grupo secreto, pero sus puertas estuvieron abiertas para cualquiera que quisiera unirse. De hecho, una de sus reglas era que no se debía preguntar por el grupo a ninguno de los miembros del grupo. Y los miembros tenían prohibido hablar del grupo con cualquiera. Además, decían que cualquiera podría ya ser miembro del grupo y sin saberlo.
A pesar de las multas, demandas y encarcelamientos preventivos, lo único que pudo frenarlos fue la muerte de Warne a inicios de los ochenta.
Al tiempo fueron naciendo otros grupos similares, que igual desaparecían tras uno o dos actos públicos pero que jamás igualaron al original.
De esos grupos, solo The Cacophony Society del alguna vez miembro de The Suicide Club, John Law, ha mostrado permanencia.
En 1995, Palahniuk, ya connotado miembro de The Cacophony Society, mandó copias a varias editoriales de la reescritura de aquella primera novela que, en resumen, trataba sobre aceptar el insomnio, no combatirlo. Y de paso desenmascara a la sociedad norteamericana como una panda de idiotas funcionales que viven intentando nublar sus dolores y problemas con lo que tengan a la mano, no solucionarlos.
La cuestión fue que ahora esa novela se llamaba The Fight Club.
Consciente de que había profundizado aún más en la oscuridad con respecto a la interacción que se tiene en lo que llamamos la vida social del adulto, y que no había menguado en los riesgos que sería para una editorial comercializar una historia en la que se nos enseñaba a crear bombas caseras, se incluía una subtrama en donde se hace jabón con la grasa humana robada de las clínicas de liposucción a la que asisten las clases altas en obsesión por verse perfectos y combatir el paso del tiempo, y se formaba un ejercito clandestino que solo buscaba el caos y la destrucción, Palahniuk no esperó recibir tan rápido la carta de aceptación de la editorial William Warder Norton.
La novela, que salió publicada en 1996, relata la historia de un anónimo narrador que buscando curarse el insomnio que siente que lo consume, se vuelve adicto primero a las compras por teléfono, luego a los grupos de ayuda a desahuciados, y más tarde a un grupo de peleas clandestinas que él mismo inicia luego de conocer al enigmático y rapaz Tyler Durden en una playa nudista.
The Fight Club es una novela que sigue al pie de la letra las bases de la Dangerous Writing: escribir sobre lo que temes, escribir sobre lo que detestas, escribir sobre lo que mejor conoces, escribir con frases cortas, escribir siempre en primera persona.
Su adaptación cinematográfica, estrenada tres años después de su publicación, dirigida por David Fincher y escrita por Jim Uhls, la ha convertido en uno de los productos culturales más debatidos en los últimos 20 años.
¿Estamos ante una genial primer novela o un mero ejercicio de masturbación pública a cargo de un amateur que solo tuvo suerte?
La verdad qué importa la posible respuesta a esa pregunta. Guste o no, Chuck Palahniuk será por siempre y para siempre el autor del The Fight Club, una novela cuya película ya es de culto.
Una novela que pocos han leído, la verdad sea dicha.
Una novela que muchos dicen que desean conocer pero dicen que no la encuentran por ningún lado.
Una novela que, bueno, surgió de un rechazo y de un par de nudillos sangrantes.
Atentamente, el Duende Callejero…
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