Terapia Pública

Scarlett Johansson y Adam Driver en una escena de Marriage Story (2019) de Noah Baumbach
Scarlett Johansson y Adam Driver en una escena de Marriage Story (2019) de Noah Baumbach

Fue Tim Burton el que, durante una entrevista, lanzó la siguiente frase:

Hacer películas es mi terapia. Una bastante cara

Busqué el contexto por mera curiosidad, pero no lo encontré.

Lo que sí encontré fueron versiones de la misma, dichas por otros artistas y hasta por el mismo Burton. Recuerdo que en su momento leí esa frase y creo que hasta la escuché gracias a una entrevista, acompañada, claro, por risas y palmadas. Solo quería estar seguro de que Burton la había soltado mientras promocionaba Dark Shadows, película que estrenó en el 2012.

¿La razón?

Siempre he pensado que esa cinta es una suerte de exorcismo tras la agria ruptura que tuvo con su novia de años, la actriz y modelo Lisa Marie.

Que Dark Shadows es una terapia pública, pues.

Me resulta interesante cómo algunos realizadores pasan de la mera etiqueta de autobiográfico, para mejor dejarnos la libertad de estamparles la etiqueta de terapia pública a alguna de sus obras. Mientras otros, incluso cuando dejan abierta la posibilidad de que a tal o cual obra podría entenderse como eso, logran trascender cualquier posibilidad de etiqueta y nos legan mejor un ensayo sobre el único tema que jamás se agota: las relaciones.

Y uno de esos realizadores que han logrado eso último es Noah Baumbach (1969, Brooklyn).

Ya desde su cinta The Squid and the Whale (2005), su cuarto largometraje, Baumbach comenzó a especializarse en relatar separaciones. Por eso, con Marriage Story (2019, Estados Unidos y Reino Unido), puedo decir que estamos ante su película summa. Por ende, tanto lo biográfico como lo referencial estará, como dicen, a flor de piel.

Marriage Story es una cinta que recordará a muchas otras, cierto.

Recordará, por ejemplo, a Blue Valentine (2010), Revolutionary Road (2008), Husbands and Wives (1992), Enemies: A Love Story (1989), Kramer vs Kramer (1979), y claro, Ansikte mot Ansikte (1976) y, claro, Scener ur ett Äktenskap (1974).

El lugar común entre todas esas películas es que nos cuentan una historia no sobre cómo una pareja se enamora (que sí, eso forma parte de la trama, pero no es que importa), sino sobre cómo dos personas pareja que en algún momento de su vida sintieron algo que les bastó para iniciar una vida en conjunto, deciden, y por diversas razones, separarse.

En este caso, estamos ante el divorcio del director teatral neoyorkino Charlie (Adam Driver), y de su esposa y actriz, Nicole (Scarlet Johansson).

Luego de su matrimonio, él siguió con lo suyo: carrera, mundo; mientras que ella abandonó parte de su éxito para vivir a su sombra ¿Y qué sucedió? Que hay cosas que una pareja puede soportar, perdonar, mientras que hay otras con las que simplemente no se puede vivir.

Esa es la película que nos entrega Baumbach. Nos toca a nosotros experimentarla como mejor queramos.

Lo que sí diré es que otra cosa que me recuerda esta película, es lo que escribió Manuel Vilas en su novela Ordesa:

Entonces supe que la muerte de una relación es en realidad la muerte de un lenguaje secreto

Verdad pura y dura. A ver cómo le sale su versión de White Noise de Don DeLillo.

Atentamente, el Duende Callejero