Cuenta Josh Malerman, autor de la novela Bird Box, base de la película homónima dirigida por Susanne Bier y escrita por Eric Heisserer, que comenzó a trabajar el texto a mediados del 2006.
Hora de recordar.
En el 2008 M Night Shyamalan presentó la película The Happening, que trata de cómo la naturaleza decide acabar con la raza humana mediante una toxina que provoca que todo aquel que la aspire, acabe o matándose o matando a quien tenga cerca. Tenemos así a un enemigo invisible e implacable que no se ensucia las manos.
Y también recordemos que en el 2009 se estrenó la versión cinematográfica de The Road, de Cormac McCarthy. Esa película fue dirigida por John Hillcoat y fue escrita por Joe Penhall, y trata sobre el viaje que realizan un padre y su hijo a través de un erial postapocalíptico poblado de amenazas varias hacia un lugar donde creen que estarán a salvo.
¿Y por qué me he puesto a recordar a esas dos películas en lugar de escribir sobre Bird Box?
Porque al menos en su versión cinematográfica, la historia de Malorie (Sandra Bullock) y de sus dos hijos (Julian Edwards y Vivien Lyra Blair), que deberán emprender un viaje hacia un lugar que piensan que será su salvación, francamente solo parece una amalgama de esas dos cintas.
Por un lado tenemos a esos enemigos invisibles que no se ensucian las manos debido a que el solo hecho de posar la vista en ellos provoca que a la persona se le abra la pupila al máximo, luego sus ojos se tornen rojos y finalmente acaben matando y matándose con lo que tengan cerca.
Por otro lado está ese mundo postapocalíptico poblado de varias amenazas, que una madre y sus hijos deberán cruzar. Aunque acá lo harán con los ojos vendados, a ciegas pues.
Cierto, la cinta de Brier es un desigual thriller que va dando manotazos como si le hubieran tapado los ojos y la hubiesen mandado por agua a un río que está en el fondo de una cañada.
También es cierto que la película tiene momentos en los que la tensión se convierte en el personaje principal y en el que recordamos que el guion fue escrito por la misma persona que adaptó el relato Arrival.
Y es por esos momentos, desperdigados aquí y allá, por los que digo que vale la pena ver o volver a ver Bird Box.
Ahora bien ¿Qué es lo que lastra esta película?
Que hay muchos personajes y muchas subtramas que solo sirven para que la película alcance las dos horas y unos minutos de duración.
A veces menos es más, y en la versión cinematográfica de Bird Box tenemos un ejemplo de ello.
Y ojalá alguien le hubiera puesto una bola de cristal a los productores. Porque el año en el que se presentó esta cinta es también el año en el que se estrenó la pequeña pero efectiva The Silent Place de John Krasinski. Y esa es otra historia postapocalíptica y harto alegórica que relata cómo una familia sobrevive haciendo le menor ruido posible, pues la tierra ha sido invadida por unos entes que atacan guiados por el sonido.
Preguntaría ¿qué sigue? pero entonces recuerdo la existencia de la cinta Perfect Sense del 2011. En ella, el mundo sucumbe ante una epidemia que provoca que las personas pierdan el olfato, luego el gusto, más tarde el tacto. Entonces digo: el círculo se ha cerrado, un año ha acabado y otro ha iniciado, y solo queda esperar por esas nuevas historias en las que se presentará, seguro, otras crónicas que den cuenta del final de los días.
Otra vez…
Atentamente, el Duende Callejero…








