La lección (o lecciones) de Ray Bradbury

Comencemos recordando algo que dicen que dijo Ray Bradbury, escritor nacido en Illinois, Estados Unidos, en el verano de 1920 y que murió también en verano, pero del 2012 en Los Angeles.

Resulta que a don Bradbury, solo por un par de relatos (los que componen sus The Martian Chronicles, por ejemplo) y por otro par de novelas (entre la que está, claro, Fahrenheit 451), solían encasillarse en el apartado de la ciencia ficción. Y pasa que esa etiqueta no le gustaba mucho que digamos. Pero a veces, los planetas se alineaban, como dicen, y el buen Ray se dejaba llevar. Supongo, fue en uno de esos días que andaba de buenas que, repito, dicen que dijo que todo escritor de ciencia ficción no escribe para describir cómo será el futuro.

Escribe para intentar prevenirlo.

En concreto, Ray Bradbury dijo:

People ask me to predict the future, when all I want to do is prevent it. Better yet, build it. Predicting the future is much too easy, anyway. You look at the people around you, the street you stand on, the visible air you breathe, and predict more of the same. To hell with more. I want better.

En ocasiones, esa sentencia de Bradbury es olvidada por los que escriben historias de ciencia ficción. Pasa seguido. Pero para nuestra fortuna, existen realizadores como el surcoreano Bong Joon-ho (1969, Daegu), que no es un extraño del género y vaya que deja claro que él sí atiende lo dicho por Bradbury. Porque si nos detenemos un poco a revisar su filmografía, toda ella, notaremos que la ciencia ficción está presente en cada uno de sus títulos así sea solo por un detalle que nos hace cuestionarnos brevemente en qué momento de nuestra historia ocurre lo que estamos viendo en la pantalla. Y el señor nos acaba de presentar una, sí, lo sé, accidentada, blanda y dispareja, pero para nada fallida, cinta titulada: Mickey 17 (2025, Estados Unidos y Corea del Sur).

Basada en la novela Mickey7 de Edward Ashton y cargando con la pesada losa de ser la película posterior a la multi galardonada Gisaengchung, o Parásitos, Mickey 17 narra la historia del tal Mickey Barnes (Robert Pattinson), un joven que se obliga a huir del decadente planeta Tierra al deberle una enorme cantidad de dinero a un mafioso luego de un negocio que le salió mal. Y ese mafioso quiere su dinero de vuelta o, como ya les dejó claro al tal Mickey y a su amigo, Timo (Steven Yeun), se cobrará mandando a uno de sus matones para que los haga trocitos con una sierra eléctrica doble. Por ello, Mickey y Timo se apuntan a una misión para conquistar un planeta cercano que bien podría convertirse en una nueva tierra: Niflheim. Solo que, en su apuro por ser aceptado en la demandada misión (problema que no tiene Timo, pues resulta que sabe pilotar las naves de reconocimiento que se emplearán cuando lleguen al destino), y que está capitaneada por un político ultraconservador que perdió la última elección, Kenneth Marshall (Mark Ruffalo haciendo una caricatura republicana que quizá sea lo peor de la cinta), y patrocinada por un grupo religioso y adinerado que busca asentarse en otro planeta para poder vivir bajo sus reglas; no lee la letra pequeña del contrato y se ofrece como prescindible. Eso significa que ha donado su cuerpo y su mente no solo a la ciencia, sino a ese grupo de oligarcas ultraconservadores y ahora hasta interestelares. Por eso se hará una copia de su mente, que será almacenada en un ladrillo mientras que su cuerpo, que también será replicado, será sacrificado una y otra vez en pos de preservar a ese pedazo de humanidad en su afán colonialista.

Así Mickey muere una y otra vez, ya sea por caprichos de los científicos que van a bordo de la nave que quieren saber cómo afecta la radiación solar al cuerpo humano, por ejemplo, o por el de los mandamases de la misión, que lo mandan a explorar en las cavernas del planeta sin importarle qué será de él. Total, si muere por un accidente, un ataque o un virus, simplemente imprimen otro, le cargan el último respaldo de memoria, y pa’lante.

Mickey 17 tiene un arranque que irremediablemente hace recordar, tanto por su desparpajo y como por su colmillo satírico, al Terry Gilliam de los años de Time Bandits (que, por cierto, recientemente inspiró a una malograda serie televisiva), y a Brazil. Aunque el señor Bong Joon-ho no se muestra tan sutil como el Monty Python norteamericano. Él va directo a la yugular y se regodea de burlarse, mediante el Marshall de Ruffalo y su entourage, las manías, visajes y contradicciones tanto de Elon Musk y sus aspiraciones (¿alucinaciones?) cósmico-colonialistas, como de Donald Trump, esa marioneta de un grupo poderoso y adinerado que, cuando lo necesiten, también se lo quitarán de encima porque les estorba.

Mickey 17 además de ser una cinta suma de la filmografía del buen Bong Joon-ho, también es un relato satírico que comprende las lecciones de don Ray Bradbury: aquí de lo que trataba era de prevenir teniendo también en cuenta que:

Science fiction is not just the art of the possible, but of the obvious.

Y sí, aunque no lo parezca, aún estamos a tiempo de enmendar este camino que de antemano parece irreversible. Pero, qué mejor que hacerlo con una sonrisa en el rostro. Porque, aquí va ahora la lección del escritor neoyorkino Stewart Stafford:

Political sensitivity is as rare as footprints on quicksand.

Atentamente, el Duende Callejero

PD 1: Las ligas a los libros y películas, aunque sean a Amazon, no me generan ganancias. Simplemente los puse porque alguien (¡Hola alguien! 👋) me escribió para sugerirme (fue más una demanda) que debía indicar dónde se consigue el material a los que hago referencia en cada escrito. Bueno, ahí está. Y sé que ese alguien no demandaba ligas como las que he puesto.

PD 2: Recomiendo que lean el texto de Ernesto Diezmartinez sobre Mickey 17. La liga está acá. Lo sugiero porque, luego de escribir este texto leí el suyo y me quedé pensando en que hay otra obra que también podría considerarse como la Mickey 17, por aquello de ser un manifiesto satírico antitrumpista, pero del primer periodo del anaranjado. Y esa obra la encuentran en la postdata número tres.

PD 3: La obra a la que hice referencia en la anterior postdata no es una película. Es una novela satírica que, por momentos, parece que se quiere transformar en ciencia ficción: The Golden House de Salman Rushdie.

Agustín Galván

Estás en el blog: filias y fobias de @duendecallejero. Inicié escribiendo sobre mis gustos y disgustos en materia de cine y literatura en algún momento del 2003. Solo que entonces fue en otro lugar, en otro espacio (ahora fallecido). La versión que ahora vistas es nueva (aunque ya tiene sus años). Gracias por la visita y si te apetece, deja tu comentario.