¿Sin pecado concebido?

Durante muchos años, Robert Harris (1957, Nottingham) trabajó para la BBC en programas de noticias e históricos, a la par de escribir columnas para The Sunday Times y The Daily Telegraph. Se especializó en la Edad Media, en el Tercer Reich, en el Renacimiento. Eso siguió hasta que, en 1992, decidió dar un giro a su carrera y escribió Fatherland, novela de historia alternativa en la que imagina cómo sería el mundo en un 1964 en el que los Nazis ganaron la 2da Guerra Mundial y hay un asesinato que debe investigarse en vísperas del cumpleaños del anciano Führer.

Fatherland fue un éxito de ventas que, en 1994 HBO adaptó en una desarticulada película para televisión. Y a partir de ese momento comenzó su carrera como escritor de exitosos thrillers que juegan con elementos históricos sin que importe que sus tramas se desarrollan en el presente (The Ghost, que Román Polanski adaptó en el 2010 bajo el título de Ghost Writer), en la 2da Guerra Mundial (Munich, del 2017, que Netflix adaptó en una serie que estrenó en el 2022) o incluso en los tiempos del Imperio Romano (su trilogía Imperium, que va sobre Cicerón).

Harris, uno de los autores más exitosos de los que poco se habla, en el 2016 presentó una novela que, de nuevo, juega con el presente, con la historia y cuestionando: ¿qué pasaría sí?. Esa novela lleva por título: Conclave, que en el 2024 se convirtió en un gran thriller slow burn dirigido por Edward Berger y que fue escrito por Peter Straughan.

La película, que es una adaptación bastante respetuosa de la novela, salvo por un pequeño gran detalle: la nacionalidad del protagonista, que pasó del viejo cardenal italiano Lomelí, al británico y más joven Lawrence, interpretado por un impresionante Ralph Fiennes.

Conclave inicia, obvio, con la muerte de un Papa. Y de ahí relata cómo se decide quién será el próximo dirigente de la Iglesia Católica. Solo que en manos de Harris y de Straughan, y Berger, dicho proceso se convierte en un festín visual que destaca por desmarcarse de la pléyades de cintas que pueblan semana a semana la cartelera.

En un mundo en el que la Iglesia Católica lucha por mantener su relevancia, la decisión sobre quién será el nuevo Papa será la clave para tener un futuro. Por ello, inicia una lucha entre la base conservadora, representada por el cardenal italiano Tedesco (Sergio Castellito) y el nigeriano Adayemi (Lucian Msamati). Ambos, desde sus trincheras piensan que la Iglesia ha ido perdiendo su rumbo al abrirse a ideas más liberales. Por otro lado, está el ambicioso cardenal canadiense Tremblay (John Lithgow), que sigue sin definir su postura y solo se le ve conspirando aquí y allá con la idea de ganar ganar votos. Y en medio tenemos al progresista Bellini (Stanley Tucci), que es el que apoya Lawrence porque piensa que la Iglesia necesita a alguien que entienda al siglo XXI y que no quiera regresar a esos tiempos en los que las misas se daban en latín y de espaldas a la congregación.

Conclave es, ante todo, una cinta que convierte ese duelo de discursos y de visiones del mundo, en un debate que además de entretenernos, nos hace entender de mejor forma lo complejo que resulta el encadenarse a una ideología en un mundo cuya principal característica es que nadie está atado a nada. Ni siquiera a tener una opinión propia, o defender una postura.

Lo único que sí le reclamo a los realizadores de la película es habernos dejado sin ese momento en el que los cardenales regresan a votar ya no a bordo del transporte, sino caminando y entonando un himno.

Atentamente, el Duende Callejero

Agustín Galván

Estás en el blog: filias y fobias de @duendecallejero. Inicié escribiendo sobre mis gustos y disgustos en materia de cine y literatura en algún momento del 2003. Solo que entonces fue en otro lugar, en otro espacio (ahora fallecido). La versión que ahora vistas es nueva (aunque ya tiene sus años). Gracias por la visita y si te apetece, deja tu comentario.