Fue el 31 de enero del 2023 cuando Peter Safran dio a conocer los planes para el reacomodo de las propiedades de DC Comics tanto en forma de películas como en series. Y, palabras más, palabras menos, a esta primera etapa la llamaron Chapter 1: Gods and Monsters y fue descrita como arriesgada debido a la decisión de James Gunn, que funge como director creativo de los DC Studios, por centrar su atención más en personajes no tan conocidos del llamado universo expandido que en los de siempre.
Y aunque esa primera etapa inició el pasado 5 de diciembre con la serie animada Creature Commandos, que para el 23 de diciembre fue renovada para una segunda temporada, era con el estreno de Superman (2025, Estados Unidos), dirigida y escrita por James Gunn, con la que arrancaría ese primer capítulo.
Y bueno, diré que lo más arriesgado de la nueva representación de Superman en la pantalla grande sea la decisión de Gunn de presentarnos al inmigrante de Kriptón creado en 1938 por el escritor norteamericano Jerry Siegel y el dibujante canadiense Joe Shuster en media res.
Le basta como forma de introducción un texto en el que se nos dice que hace 3 mil años aparecieron los primeros metahumanos en la tierra y que ese fue el origen de todas las leyendas y los mitos. Que hace 30 años llegó a la tierra Kal-El, que conocemos con su nombre terrestre: Clark Kent (David Corenswet, que al menos físicamente logra diferenciar a su Superman de su Kent). Luego, que hace tres años se dio a conocer como Superman en un mundo plagado por metahumanos.
Y, finalmente, que hace tres minutos perdió su primera batalla con un tal Martillo de Boravia (un país inventado para la cinta que bien podría ser o Rusia o Israel, el espectador es libre para decidir).
Por tal derrota Superman acaba en la Antártida escupiendo sangre, con huesos rotos y respirando con dificultad. Pide ayuda y viene en su rescate un perro con capa, Kripto. Superman, luego de soportar los embates de un Kripto necesitado de atención, le tiende su capa y le dice que lo lleve a casa. El perro la muerde y lo lleva arrastrando a la Fortaleza de la Soledad (creo que nunca se le llama con ese nombre en toda la película, pero bueno, ya sabemos cómo se llama).
Dentro de la Fortaleza es atendido por una serie de robots en el que el Número 4 (Alan Tudyk, que últimamente ha interpretado a mucho robot-androide) se dedica a informar qué está pasando a un robot recién creado, en un monólogo expositivo que haría sonrojar a cualquier personaje nolanesco: que Superman llegó a la tierra enviado por sus padres (unos etéreos Bradley Cooper y Angela Sarafyan hablando en su idioma nativo) desde un planeta llamado Kriptón debido a que aquel planeta estalló; que tiene sus superpoderes debido al sol amarillo que reina en el sistema y que es capaz de curarlo en minutos; que cuando se siente atribulado suele pedir que le pongan el pedazo de la grabación en la que sus padres le dicen la razón por la que lo enviaron a la Tierra: para usar sus poderes para el bien… Eso de que es impetuoso y orgulloso no lo dice el robot, lo veremos nosotros en cuanto se medio recupere y decida regresar volando a perder otro round con el tal Martillo. Y la razón por la que ese metahumano acorazado vuela sobre un Metrópolis en el que viven miles de personas que ya no se sorprenden de tanta batalla y mejor se dedican a esconderse luego de tomarse una selfie con la calamidad en turno de fondo para más tarde evaluar el desastre, viene de la decisión de Superman por frenar la invasión de Boravia a Jarhanpur.
Sí, eso también se decía en el texto expositivo del inicio.
Decisión que trajo consecuencias internacionales que se discuten a gritos en los medios y redes sociales dentro de la cinta. Lo que ni Superman ni el resto del mundo sabe de momento es que detrás de esa invasión no está solo Vasil Ghurkos, presidente de Boravia (interpretado por un Zlatko Burić en plan Donald Trump), también está Lex Luthor (Nicholas Hoult, en un papel que mezcla la virulencia de un Steve Jobs detrás de cámaras, con la mala leche de un Stephen Miller sumada a la arrogancia de Elon Musk), billonario que tiene su propia agenda: destruir a Superman porque le está robando su mojo, pero primero busca acabar con su reputación.
Bueno, al menos no es el villano interpretado por Liam Neeson en Batman Begins.
Y como ya dije, por joven e inexperto el Superman de Gunn se lo está poniendo fácil.
Ojo, no he dicho nada que no se viera ya en la pléyade de trailers que nos recetaron antes del estreno. Y aquí va mi punto al respecto: el Superman de James Gunn se va por la senda en la que necesita que sus espectadores hagan sus deberes. Y ese es precisamente el pecado que cometió Marvel en su última etapa, que a todas luces es la menos exitosa: que para entender sus cintas debíamos ver las series y leer material extra, incluyendo suscribirnos a Disney+.
Esta reinvención de DC va en la misma línea: se han anunciado varias películas y series, decía que la primera fue Creature Commandos y que seguirá la nueva de Peacemaker a estrenarse el próximo 21 de agosto. En resumen: a suscribirse a HBOMax o como se llame ahora.
¿Aquí tendrá éxito la apuesta que ha dilapidado a Marvel?
No lo sé.
Solo sé que este Superman quiere que nos dejemos llevar por esta farragosa y a la vez entretenida cinta en la que los únicos respiros que se dan los personajes es para recitar a veces cantarinamente alguna información que al parecer necesitamos saber, pero que solo se trata de McGuffins: que universos de bolsillo, que kaijus de ocasión, etcétera. Porque el mantra ese del guionista de show don’t tell, Gunn se lo unta cada tres o cuatro minutos del metraje.
Es una apuesta arriesgada a futuro.
De entrada, Superman ha tenido un buen arranque y falta saber si, como dicen, tiene piernas. Creo que ese éxito se ha debido más a la rabieta de los MAGA que por méritos propios, porque lo que más se ha repetido es eso de que se necesitaba una película como Superman porque nos hace recordar que hay gente que quiere hacer bien en el mundo sin esperar nada a cambio. Y que eso, en este mundo reinado por el caos y la violencia es ser el verdadero rebelde.
Un rebelde con causa en este caso.
Digo, como si no existieran ya tres películas de Paddington.
Hasta está la referencia al punk rock.
La Lois Lane interpretada por Rachel Brosanahan sugiere en un momento de la cinta que su ¿novio? Kal-El es tan bueno que además de confiar en todo mundo, al grado de revelarles su identidad, piensa que cualquier grupo con guitarras es punk-rock. Y aunque ese debate no termina, un par de momentos en la casa de los Kent en Smallville sirven para poner la balanza a favor del ñoño Kal-El.
De mi parte, diré que no tengo ni tendré tiempo para tal compromiso. Los únicos personajes que me interesaron de todo este entuerto fueron los superhéroes corporativos de The Justice Gang, que están ahí para salvar el día en un par de ocasiones y poco más: el anodino Guy Gardner de Nathan Fillion (que entiendo que veremos de nuevo en la serie de los Linterna Verde que viene), el necesario technogenio Mister Terrific/Michael Holt de Edi Gathegi (lo mejor de la cinta hasta la escena final) y la anónima Hawkgirl (Isabela Merced, haciendo un cameo extendido en el que no alcanza ni para que nos grabemos su nombre: Kendra Saunders).
Aquí mi única tarea fue ver la cinta ¿Volverla a ver? No lo creo ¿Seguir con las siguientes cintas y series y lo que se venga (porque también anunciaron videojuegos?
La vida es corta.
Como a la saga de Harry Potter, les deseo bien a todos los involucrados. Pero yo aquí me bajo.
Atentamente, el Duende Callejero…








