En 1954 se estrenó Godzilla. Dirigida y coescrita por Ishirô Honda y con guion de Takeo Murata y Shigeru Kayama. Y desde esa primera encarnación, que, por cierto, dio origen al género cinematográfico conocido por Kaijū, la enorme lagartija aplasta-ciudades ha servido tanto como una metáfora sobre los peligros de la energía nuclear, como una advertencia sobre las consecuencias de alterar el medio ambiente.
Godzilla o Gōjira ha aparecido en unas 41-42 películas.
Treinta y dos han sido producidas o coproducidas por el estudio japonés Tōhō. Nueve han sido producciones o coproducciones internacionales, desde norteamericanas hasta una italiana de 1977.
Además hay series de televisión, cómics, videojuegos… En fin, Godzilla es un icono de la cultura popular que ha logrado pasar de generación en generación con una cualidad: ha cambiado bastante poco.
Es enorme. Sigue sin parecerse a ninguna especie de reptil o dinosaurio conocido. Sigue teniendo aliento radioactivo. Sigue destrozando todo lo que se le pone enfrente. Lo único que ha ido cambiando a lo largo de los años es que a veces, y sin que medie alguna explicación, es esa fuerza imparable que al parecer solo quiere borrar de la faz de la tierra a la humanidad o un monstruo dócil cuya misión de momento es defender a la humanidad de un peligro mayor. Y, según parece, vamos a tenerlo muy presente en los siguientes años.
Primero, por el éxito de la serie Monarch de Chris Black y Matt Fraction para Apple TV+, segunda serie de televisión del llamado Monsterverse (la otra es una animada, Skull Island, que se puede ver en Netflix).
Segundo, por el estreno de la quinta película del tal Monsterverse: Godzilla x Kong: The New Empire, que se estrena en abril.
Tercero, por la posibilidad de una secuela del anime Gojira shingyura pointo o Godzilla: Punto Singular que conocimos también gracias a Netflix.
Y, cuarto, por el éxito tanto en crítica como en taquilla de Godzilla Minus One (2023, Japón), cinta nuevamente producida por Tōhō, y escrita y dirigida por Takashi Yamazaki, que sirve tanto como precuela de la cinta original como el posible y seguro relanzamiento de una saga que gire en torno a Japón asediado el enorme monstruo.
Sobre Minus One, diré que su mayor logro está en renovar la metáfora.
El Godzilla que se presenta en esta cinta sigue siendo esa fuerza imparable y aparentemente indestructible que arrasa todo a su paso. Pero, en esta ocasión lo que representa también incluye la angustia, el trauma, la culpa y el rencor de una nación que no solo perdió una guerra, también comenzó a perder su identidad cultural, política y hasta económica.
Así que lo que este Godzilla aplasta son esas ruinas que quedaron de la guerra. Además de esos pocos edificios que sobrevivieron a los ataques pero que no sobreviven a Godzilla. Y los que le harán frente no será el gobierno japonés, que tiene las manos atadas tanto por los norteamericanos como por los rusos debido al desarme tras su derrota. Aquí los héroes son esos exmilitares y civiles que entienden que en esta ocasión no están luchando porque los obliga su gobierno, sino por su propia supervivencia.
Seguro que pronto se anunciará una secuela de Minus One, secuela que quizá sea un remake de la cinta original. Y, bueno, si sigue la línea trazada por esta película: bienvenida sea.
Atentamente, el Duende Callejero…








