
La película inicia en Keelut, un pueblo al norte de Alaska.
Medora (Riley Keough) ha mandado una carta a un veterano escritor y naturalista llamado Russell (Jeffrey Wright) con una extraña petición: quiere que el hombre renuncie a su retiro y se traslade hasta el remoto lugar en el que ella vive, porque quiere que le entregué el cadáver de los lobos que, al parecer, mataron tanto a su hijo Bailey (Beckam Crawford) como a otros dos niños de los alrededores.
Ella leyó en un libro de Russell que él una vez mató a una loba y eso bastó para que se decidiera a mandarle la carta.
Su esposo, Vernon (Alexander Skarsgård), está peleando en Irak y ella no quiere que regrese sin tenerle algo. Por eso aún no le ha notificado la desaparición del niño. Además, la gente del pueblo no ha hecho nada para poner un alto a los ataques. Ni se han adentrado en el bosque para cazar a los lobos ni han buscado los cadáveres.
Y hasta allá va Russell, armado con su experiencia y con el peso de los años pasándole una enorme factura: ya no es tan diestro en tan extremoso clima, y un error casi le cuesta la vida en su primer encuentro con una manada. Sin embargo, lo que ocurre en ese remoto pueblo de Alaska es algo que poco tiene que ver con los majestuosos lobos o con tan extremoso clima.
Lo que Russell descubre es una cara de la maldad que nunca pensó que existiría.
Hold the Dark (conocida acá como Noche de Lobos), fue el cuarto largometraje de Jeremy Saulnier (1976, Alexandria). Y aunque es el primero en el que él no es el responsable del guion (que escribió el también actor y productor Macon Blair), y que adapta la novela de William Giraldi del mismo nombre que fue publicada en el 2014; la cinta sigue con la típica premisa de la casa: personajes que por alguna razón son sacados de su entorno y puestos en una situación límite en la que tendrán que luchar con todo lo que tienen para salir vivos de esa experiencia.
El asunto aquí es que hay un cambio que se nota desde el inicio. En sus anteriores cintas, el espacio en el que se deambulaban dichos personajes era uno controlado: la bodega de Murder Party, el pueblo de Blue Ruin, el bar neo-nazi de Green Room. En Hold the Dark, Saulnier juega con los espacios abiertos y hasta cambia de continentes según vaya necesitándolo la historia.
Una historia que, por cierto, no da tregua con sus vueltas de tuerca y en el que la catarsis que nos ofreció en sus anteriores cintas, aquí al parecer está vedada.
Al final, la oscuridad lo envolverá todo y a todos, y nadie podrá hacer gran cosa al respecto. Solo observar.
Russell no tarda en comprender que ha entrado en un terreno en el que de nada vale no la experiencia. Lo suyo es el bosque y los animales salvajes, seres impulsados por sus instintos y peligrosos solo si te metes en sus caminos. De ellos puede que lo sepa todo, pero no de lo que ocurre en el corazón de los hombres.
¿Qué los impulsa a hacer tal o cuál cosa?
Hold the Dark es, sí, la película más ambiciosa de Saulnier, pero a la vez es su primer paso en falso.
Porque hay tanto, tanto que aparentemente se quiere decir, que cuando llega el final de la historia nos sentimos que se nos quiso plantear tantas cosas, pero que apenas y se logró concretar una sola.
Atentamente, el Duende Callejero…
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